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Rueda de la Vida

Fuente: http://buscandolallavedelafelicidad.blogspot.mx/2013/12/los-doce-vinculos-de-la-originacion.html




1. Historias sobre el Origen de la Rueda de la Vida

Los orígenes de la Rueda de la Vida

Los orígenes de la Rueda de la Vida, como un símbolo de la visión budista de la existencia mundana, se encuentran en las fases más tempranas del budismo en la India. Un texto perteneciente a la importante escuela Sarvastivada nos cuenta que el Buda mismo pidió que se pintará la Rueda de la Vida en la entrada de cada monasterio, especificando los detalles que debería poseer.

De acuerdo con este texto, Maudgalyayana, uno de los dos discípulos más sobresalientes del Buda, solía visitar de vez en cuando a los seres de todas las diferentes esferas de la existencia. Todas las tradiciones budistas dan testimonio del dominio de los poderes psíquicos que poseía Maudgalyayana. Era capaz de ver a los seres de los estados infernales o los mundos celestiales, así como a todas las otras posibles fases del ser. Podía ver la causa que había llevado a dichos seres a esa condición, cuáles eran las imperfecciones y los sufrimientos de cada estado, y a dónde los conducía éste. Parece que poseía una extraordinaria capacidad de empatía con los demás, pudiendo incluso llegar a ver sus mentes y corazones, sentir sus sufrimientos, sus alegrías y así entender cómo habían llegado al estado en que se encontraban. Con esta habilidad para entender y percibir la vida de otros con tanta profundidad, no es sorprendente que Maudgalyayana fuese capaz de comunicarse de una manera muy efectiva. El texto nos cuenta que, si alguno de los monjes de mayor experiencia tenía problemas con un discípulo que perdía su inspiración, el monje lo enviaba a ver a Maudgalyayana, quien lo “exhortaba y enseñaba bien”, con tan buen resultado que el discípulo empezaba a llevar una vida espiritual llena de fervor y entusiasmo, hasta alcanzar grandes logros. Parece ser que tenía el poder de vigorizar el entusiasmo que había empezado a flaquear, y de compartir su propia experiencia profunda de la Visión Clara en todas las diferentes condiciones de la existencia. Se le solicitaba tanto que se encontraba constantemente rodeado de monjes y monjas así como de personas laicas. El Buda, al darse cuenta de esto, comentó que no había suficiente gente con la capacidad de Maudgalyayana para enseñar a todos aquellos que lo necesitaban y, por lo tanto, propuso que se hiciera una pintura de las enseñanzas de Maugalyayana, instruyendo a sus seguidores para que pintaran la Rueda de la Vida a la entrada de cada monasterio, representando las diferentes esferas de la existencia y los procesos que se encuentran en la base de ésta. En cada monasterio se escogería un monje para explicar las imágenes a visitantes y novicios.


http://budismo.org.mx/material/la-rueda-de-la-vida.pdf

Centro Budista de La Ciudad de MéxiCo

© 2015 Todos los derechos reservados www.budismo.org.mx

http://sutraysutta.blogspot.mx/2012/07/sutra-de-la-total-extincion-del-dharma.html

Buda Sakyamuni

con sus principales discípulos

Shariputra y 

Maudgalyayana


Esta historia es interesante desde varios puntos de vista, no sólo porque muestra el uso de las artes visuales como un medio para comunicar el Dharma en los primeros tiempos del Budismo -la fuente es un texto que se dice fue recopilado durante el primer siglo a.E.C., el cual también incorporaba tradiciones mucho más tempranas-. No obstante, su interés principal yace en el mensaje espiritual; puede que algunos no encuentren fácil creer en el elemento “milagroso” de la historia. (El budismo siempre ha sostenido que no hay nada milagroso en dichas cuestiones, en el sentido de quebrar las leyes de la naturaleza por medio de un poder psíquico superior. Considera que más que eso, nuestras propias facultades y poderes están limitados por nuestros limitados puntos de vista, y que si expandemos nuestra mente podemos llegar a hacer cosas que por el momento parecen imposibles de lograr.) Aún así, si no podemos aceptar que Maudgalyayana realmente visitaba esas otras dimensiones del ser por medio del ejercicio de los poderes psíquicos, es posible ver que tenía una especie de visión interior de los estados mentales de la gente, y de la forma en que ésta vivenciaba las cosas. Su visión no era simplemente teórica: conocía a la gente por lo que ésta era, ya través de su propia percepción inmediata. De este modo la base de tal representación simbólica, es decir de la Rueda de la Vida, partió de su experiencia directa. La imagen es un intento por comunicar su Visión Clara de una forma visual. Siempre debemos tener esto presente y tratar de ir más allá de los confines de la estructura del símbolo, hacia la Visión Trascendental en la cual se encuentra basada.


El otro punto de interés inmediato acerca de la historia es el efecto que Maudgalyayana tenía en los discípulos insatisfechos. Muchas personas que se esfuerzan por seguir el Sendero saben que hay momentos en los que no se sienten inspirados por alguna de las prácticas que los ayudan a crecer. En esos momentos quizá sienten muy poco interés por el crecimiento personal. Todo parece demasiado pesado y conflictivo, con resultados poco tangibles. En dichos momentos, a pesar de que podemos ser capaces de dar perfecta cuenta de la enseñanza budista y estar de acuerdo con las conclusiones intelectuales de ésta, no contamos con suficiente entusiasmo para ponerla en práctica. Nos hace falta un compromiso emocional y el Sendero Espiral no nos entusiasma mucho. El mundo se ha aplanado y vuelto bidimensional, y sólo en las pequeñas gratificaciones de la vida diaria podemos vislumbrar ciertas esperanzas de felicidad. Aun así, Maudgalyayana era capaz de reavivar el fuego de la inspiración en las cenizas frías. A pesar de contar con escasa información con respecto a esta historia, queda claro que Maudgalyayana no lo hacía dando una lúcida y racional descripción racional. Tal descripción podría haber hecho surgir alguna curiosidad intelectual, pero difícilmente hubiera “conducido a la vida espiritual con renovado ardor”, al grado de distinguirse por la excelencia de sus logros. Lograba contactarlos de tal manera que no sólo les profundizaba el entendimiento, sino también les encendía el corazón. En otras palabras, Maudgalyayana hacía un llamado a la imaginación de la gente.


http://budismo.org.mx/material/la-rueda-de-la-vida.pdf

Centro Budista de La Ciudad de MéxiCo

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Hay precisamente dos historias sobre el origen de este dibujo o pintura. 



La primera dice que en los tiempos del Buda Sakyamuni, un rey extranjero llamado Udayana ofreció un regalo de un vestido hecho de joyas al rey de Magadha, Bimbisara, el cual no tenía nada equivalente en valor que pudiera regalarle a cambio. Bimbisara estaba preocupado por este motivo y le preguntó al Buda qué podría darle. El Buda le contestó que debería conseguir una rueda de la existencia cíclica ilustrando los seis reinos y que incluyera en ella la siguiente estrofa:


"Comprometiéndote con esto y abandonando aquello,

entra en la enseñanza de Buda.

Como un elefante en una cabaña, 

destruye el poder del Señor de la Muerte.

Aquellos que con entera conciencia

practican esta enseñanza disciplinaria

abandonarán la rueda de los nacimientos,

consiguiendo que el sufrimiento llegue a su fin".


Buda le dijo a Bimbisara que mandara esto al rey Udayana. Se dice que cuando el rey recibió la pintura y la examinó, alcanzó la liberación. 1/


La segunda historia dice que el Buda sabía que no estaría para siempre presente físicamente en este mundo para explicar sus enseñanzas, mandó pintar en todas las entradas de los templos, las imágenes que ilustran el proceso de la vida. En cada templo se encargó a un monje la misión de explicar el significado de esta pintura y su importancia. Hoy quizá y por el deterioro del tiempo no en todos los templos budistas encontramos esta pintura, pero así fue como inicialmente comenzó esta maravillosa historia en beneficio de todos los seres sintientes. 2/


Entender el cuatro nivel, el de los 12 eslabones es el mayor reto (ver en el punto 2). Nuestro ego nos puede llevar a pensar que con una ligera lectura los hemos comprendido. Pero si fuese así ¿por qué seguimos atrapados en nuestro sufrimiento y en el Samsara? ¿Si ya entendimos la Rueda de la Vida, entonces por qué no nos hemos liberado?


Eso fue lo que le pasó a Ananda, el primo y asistente del Buda, quien en una ocasión se dirigió al Buda con estas palabras:


"¡Esto es maravilloso, Venerable Señor, esto es asombroso! ¡Qué profundo es este origen dependiente y qué profunda apariencia tiene! ¡Y aún así, ¡con qué claridad lo puedo ver!!"

- No digas esto, Ananda. No digas así. Es profundo este origen dependiente y tiene una apariencia profunda. Pero, es por falta del entendimiento y penetración en el Dharma, que esta generación se parece a una enredadera maraña, a un nudo de bola de cordeles, a unas cañas y juncos enmarañados, que no puede traspasar el samsara, los planos de privaciones, los planos de aflicción y el mal destino". 3/

Por eso se dice:

"Quien ve la Originación Dependiente ve el Dharma y quien ve el Dharma ve la Originación Dependiente".

Mientras no comprendas profundamente la originación dependiente, cada uno de los 12 eslabones independiente y luego en su relación interdependiente con cada uno de los demás, es por eso que se dice que estamos dominados por el Triple Veneno, representado simbólicamente por:

- por la "serpiente o víbora" que representa nuestras aversiones, enojos, rechazos, odios, etc.

- por el "gallo o pájaro" que representa nuestros apegos, obsesiones, vicios, deseos, etc.

- el "cerdo" o por la ignorancia 

y por tanto vamos a ser víctimas de Yama, el Señor de la Muerte o el Señor de la Impermanencia, que nos va a acabar tragando y nos hará renacer una y otra vez en este círculo o rueda ad infinitum, ad absurdum, ad nauseam...


En cambio, cuando logremos adquirir la sabiduría de los 12 eslabones interdependientes, es cuando habremos captado la profunda enseñanza del Buda, el Budadharma, el Dharma de las Cuatro Nobles Verdades, no sólo las habremos captado, analizado, puesto en práctica y obtenido su fruto o su logro, y eso es lo que nos liberará y hará que nuestra mente se convierta en esa luna luminosa y radiante.



Fuentes:


* Samsara. Si quiere entender más y mejor este concepto, le recomendamos ver esta presentación:

https://www.slideshare.net/DharmavsKarma/samsara-y-nirvana


1/ http://www.geocities.com/kagyu_madrid/kagyuindex.html


2/ http://www.guiatumente.com/acerca-de/


3/ Digha Nikaya 15. Mahanidana Sutta. Gran discurso sobre el origen

Paticcasamuppada

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II. Los Siete Niveles de la Rueda de la Vida


Yah pratityasamutpadam pasyati sa dharmam pasyati, yo dharmam pasyati, so Buddham pasyati.

"Quien comprende la originación causal de las cosas ve la Verdad; quien ve la Verdad ve al Buda"


Explicación de los 7 Niveles de la Rueda de la Vida Budista


1. Triple Veneno

- Ignorancia (cerdo)

- Apego (gallo)

- Aversión (víbora)


2. Karma (o formaciones kársticas)

- blanco o positivo

- negro o negativo

(también hay karma neutro)


3. Seis Reinos del Samsara

- Narakas - Odio, enojo, aversión

- Pretas - Hambre, insaciabilidad

- Animales - Miedo, ignorancia, confusión 

- Humanos - Deseo

- Ashuras - Celos, Envidia

- Devas - Orgullo


4. Doce eslabones o nidadas

i.- Ignorancia

ii.- Formaciones kármicas (latencias)

iii.- Conciencia

iv.- Nombre y Forma (nama-rupa)

v.- Sentidos

vi- Contacto

vii- Sensación

viii- Sed, deseo

ix- Apego

x- Devenir

xi- Nacimiento

xii- Envejecimiento y muerte


5. Yama, El señor de la Muerte, la Impermanencia (no es un ser)

Es el que se "come" todo lo que está dentro de la Rueda: a los seres con la muerte, pero también la salud con la enfermedad o la juventud con la vejez, o las casas con su envejecimiento y destrucción o incluso los Universos enteros, por eso se dice que en este mundo "lo único constante es el cambio".

6. Buda

El que ya logró salir de la Rueda de la Vida y muestra con su mano el sendero que nosotros podemos seguir para alcanzar la liberación.

7. La Luna o la Liberación

El budismo dice que todos los seres que tenemos mente tenemos la naturaleza búdica, sólo que no la vemos porque está cubierta por velos de ignorancia, kleshas o emociones perturbadas, el karma y por los hábitos. 

Se dice que todos podemos alcanzar la Liberación y/o la Iluminación.

La Liberación es el Estado que logra un Arhat. En la tradición Theravada (el Budismo más antiguo), se habla de  que hay seres ordinarios y seres nobles. Los seres ordinarios somos los que aún no hemos logrado el despertar espiritual o algún grado de liberación. Se habla de cuatro niveles de liberación:

i. El sotapanna, que ha entrado en la corriente espiritual. Ya no volverá a perder el Dharma ni en ésta ni en futuras vidas. A lo máximo renacerá siete veces.

ii. El sakadagami que sólo renacerá una vez.

iii. El anagami que ya no renace.

iv. El Arhat o completamente liberado.

 ¿Liberado de qué? de la ignorancia del "yo", del karma, de los kleshas o emociones perturbadas, del envejecimiento, enfermedad o muerte y por lo tanto libre de más renacimientos compulsivos en el Samsara.


Explicación de los 7 niveles de la Rueda de la Vida




1

El Triple Veneno


Es lo más pequeño en la rueda, pero es lo que mueve toda la rueda, es el eje, es lo que nos mantiene atrapado en el Samsara, dando vueltas como pollos quemándonos en la rosticería.


- La ignorancia (un cerdo)

- El deseo o apego (un gallo)

- El rechazo, el enojo, el odio (una víbora)


Se están mordiendo la cola uno al otro, o el el gallo y la víbora salen de la boca del cerdo.


Hay dos tipos de ignorancia:

- la ignorancia de nacimiento.

- la ignorancia que manifestamos instante a instante, cuando nos dejamos confundir por las apariencias o falsas percepciones y las confundimos con la realidad o con la verdad, por eso seguimos atrapados en el Océano del Sufrimiento, en el Samsara.





2

Karma

Karma blanco - acciones nobles

Karma negro - Acciones innobles


Acciones nobles.- las que no causan daño, dolor o sufrimiento a ningún ser, sino por el contrario, los ayudan, los apoyan, los benefician.


Acciones innobles - las que causan dolor, daño o sufrimiento a otro ser, por ejemplo:

- matar (quitar la vida)

- robar (tomar lo que es de otros y no se te ha dado)

- mentir (decir lo que no es cierto, lo que es verdad)

- violar (tener sexo que daña, sin consentimiento)


- obnubilar tu mente con alcohol u otros intoxicantes (porque te lleva a tener un accidente o hacer acciones que dañan a los demás)


Son acciones de:

- Cuerpo 

- Palabra

- Mente

(las tres puertas)


El karma son acciones intencionales


Intención + acción = karma


Hay tres tipos de karma:

- karma burdo, obvio, directo

- karma indirecto, más sutil

- karma oculto o secreto, sólo lo ven los seres espirituales


Debido a tu karma los seres renacen en los distintos reinos del samsara:

- si haces acciones negativas renaces en los reinos inferiores (infiernos, pretas, animales)

- si haces acciones positivas renaces en los reinos superiores (humanos, devas, ashuras)


El mejor reino se considera el humano porque tienes un balance entre sufrimiento y felicidad.

En los reinos inferiores hay demasiado sufrimiento y no puedes trabajar tu espiritualidad.

En los reinos superiores hay demasiada felicidad y eso te distrae y hace que pospongas tu trabajo espiritual (procrastinación).


El karma tiene 4 características o leyes:

1. La certeza del karma.

2. No experimentaré el karma de acciones no realizadas.

3. El acrecentamiento del karma

4. Las acciones que haga no se pierden.


El karma es la Ley Universal de la Retribución Moral de las Acciones. Ningún ser en todo el Universo puede alterar la ley del karma. Es lo más justo, lo más equitativo, cada quien recibe lo que merece. Pero no se cosecha el mismo día que se siembra, por eso algunos dudan del karma, pero el karma opera con o sin nuestro conocimiento, razón o aceptación.


“¡Si una acción (negativa) madurara inmediatamente, nadie se atravería a realizarla!”, Nandisena


Es importante que conozca o recuerde las Cuatro Leyes del Karma:

i. La certeza del karma. Si la hice mal, la voy a pagar. Si la hice bien, me voy a beneficiar. 

ii. No voy a experimentar el efecto de las acciones que no realice. Si no la hice mal no tengo nada de qué preocuparme. Pero si no la hice bien tampoco voy a recibir ningún resultado.

iii. El acrecentamiento del karma. El karma es expansivo, es exponencial (una pequeña acción negativa puede quemar un bosque, pero igualmente una pequeña acción positiva puede salvar muchas vidas). Así que no debo minimizar cualquier acción por pequeña que sea.

iv. Las acciones que haga no se pierden. El karma es inapelable, es imborrable. Sin embargo, puedo hacer acciones virtuosas de purificación para que suavicen su impacto o acciones contrarias que las contrarresten.


3

Los Seis Reinos del Samsara

“El Océano de Sufrimiento”


1. Narakas (infiernos) - Odio, enojo, venganza


2. Pretas (espíritus hambrientos) - hambre y sed , insaciabilidad


3. Animales (Tierra) - miedo a ser comidos, ignorancia, confusión


4. Humanos (Tierra) - deseo


5. Ashuras o Semidioses - celos y envidia


6. Devas o Dioses - Ego, orgullo, vanidad, soberbia


Los puedes ver como reinos (si así quieres ver la Tierra) o los puedes ver como estados mentales, en los que pasamos día a día o en cualquier momento del día visitamos esos reinos. Por ejemplo, cuando estás enojado es como si estuvieras en los infiernos, cuando tienes hambre eres como un espíritu hambriento (un preta), cuando tienes celos y envidia eres como un Ashura.


El guerrero


Era un oficial que llevaba años en las montañas combatiendo contra los insurrectos. Muchas veces había estado a punto de morir y eso le había llevado a plantearse interrogantes metafísicos y a preocuparse por la otra vida, hasta tal punto que había empezado a obsesionarse por si después de la muerte había infierno o paraíso. Se enteró de que había un sabio en una cueva y decidió ir a visitarlo.

-¿Qué deseas de mí? ¿Puedo ayudarte en algo? - preguntó el maestro cuando le vio ante sí.

- Señor, en estos últimos meses, tal vez porque veo el rostro de la muerte de cerca, a menudo me he preguntado, con angustia, si hay infierno y paraíso.

-¿Y quién me hace esa pregunta? - interrogó acremente el eremita.

- Un guerrero, un oficial que defiende las fronteras.

-¿Tú, un guerrero? - preguntó despectivamente el eremita-. ¿Con la pinta que tienes? ¿Con esa falta de compostura y esa expresión de bobo?

El oficial se quedó estupefacto. No podía asimilar lo que estaba pasando.

-Y encima seguro que eres tan cobarde como lo idiota que pareces - agregó el sabio.

Enfurecido, el oficial desenvainó en el acto su espada. El eremita gritó:

- En este instante se abren las puertas del infierno.

El oficial comprendió; un haz de luz alumbró su entendimiento. Arrepentido y avergonzado, envainó la espada. Entonces el eremita dijo:

- Ahora se abren las puertas del paraíso.

El oficial cambió de profesión. Dejó de matar y disfrutó de una larga, apacible y serena existencia.


El libro de la Serenidad


Ramiro A. Calle


Si quieres profundizar y entender más el infierno y los seis reinos ver la presentación sobre el Infierno, aquí:

https://es.slideshare.net/slideshow/el-infierno-16817748/16817748?from_search=25



4

Los 12 eslabones o nidanas

La originación interdependiente

aquí está la clave de por qué estamos atrapados

y aquí está la clave de la liberación


1. Ignorancia (ciego con bastón)

2. Formaciones kármicas (alfarero)

3. Conciencia (mono en árbol de frutos)

4. Nombre y forma (barquero)

5. Sentidos (casa con 5 ventanas y una puerta)


6. Contacto (dos amantes)

7. Sensación (una flecha clavada en el ojo)

8. Sed, deseo (borracho)

9. Apego (mono en árbol de frutas)

10. Devenir (mujer embarazada)


11. Nacimiento (mujer en parto)

12. Envejecimiento y muerte (viejo cargando su cadáver)


Vamos a tener que regresar a ellos para verlos a profundidad, para entender sus interrelaciones, el tipo de cada eslabón y cómo conecta con los otros en esta vida, en las vidas anteriores y en las vidas futuras. Por ahora sólo los describimos brevemente. En este nivel cuatro está la clave  de cómo escapar del Samsara o de la Rueda de la Vida. Lo veremos más adelante.



5

Yama

El Señor de la Muerte (no es un ser)

La impermanencia


La transitoriedad

El que se “traga” todo en el Samsara


- El que te quita tu juventud y te vuelves viejo

-. El que te quita tu salud y enfermas

- El que te quita tu vida y mueres


- El que te quita a tus seres queridos (cuando mueren)

- El que te quita tus objetos preciados (cuando se rompen o se pierden o te los roban)

- El que te quita tus momentos más bonitos (el fin de tus vacaciones, de tus fiestas, de tus viajes, de tus reuniones)


El que te provoca angustia, miedo (el misterio de la muerte)



“En el Universo lo único constante es el cambio”

Todo cambia, instante a instante, segundo a segundo, momento a momento... nada dura para siempre...


Con sus garras y sus colmillos te va a devorar tarde o temprano, hasta que decidas liberarte.


Meditar en la impermanencia te hará pensar en la liberación.

Desarrollarás sentido de urgencia (”en urgencia pero en santa paz”). Sabes que no te puedes dormir, que no te puedes descuidar y que no puedes procrastinar


6

Buda


No es un Dios

Es un ser como tu, pero que ha alcanzado su máximo desarrollo espiritual


Se ha liberado del sufrimiento ocasionado por:

- nacimiento

- envejecimiento

- enfermedad

- muerte


Se ha liberado de los dos oscurecimientos:

- El de la ignorancia (oscurecimiento a la omnisciencia)

- El de las emociones perturbadas (kleshas)


Ha desarrollado todos los medios hábiles


Ha logrado las dos acumulaciones:

- Mérito

- Sabiduría


Tiene sabiduría

Tiene compasión infinita

Tiene gozo


Tiene amor por todos los seres


No puede liberar a nadie (eso le toca a cada quien)

pero como conoce tu mente, sabe cómo ayudarte

El te muestra el camino, pero tienes que recorrerlo por ti mismo, para que descubras y actualices tu propia budeidad


7

Iluminación o Budeidad o Despertar (Bodhi=Despierto) - Paranirvana


- Libre de los dos oscurecimientos

Ignorancia (oscurecimientos cognitivos). Omnisciencia

Kleshas (oscurecimientos emocionales)


- Medios hábiles


- Compasión y bondad por todos los seres


- Gozo


Iluminación o Budeidad o Despertar (Bodhi=Despierto) - Paranirvana


- Libre de los dos oscurecimientos

Ignorancia (oscurecimientos cognitivos). Omnisciencia

Kleshas (oscurecimientos emocionales)


- Medios hábiles


- Compasión y bondad por todos los seres


- Gozo

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III. ¿Cuál es la utilidad de la Rueda de la Vida? Determinar nuestra motivación, lo que es crucial

Te dice tres cosas importantísimas:

1. Dónde estás

2. A dónde quieres ir

3. ¿Cómo llegar a donde quiere ir?

Es decir, es un "mapa" no sólo de tu situación actual. Así como ponen en las Plazas Comerciales un mapa con una flecha que dice: "Usted se encuentra AQUI"... Y al ver la Rueda de la Vida vemos que nos encontramos en el reino humano, el cual se considera el más conducente o auspicioso para lograr la liberación. ¿Por qué? 

- Porque en los tres reinos inferiores (narakas, pretas y animales) hay demasiado sufrimiento que impide que uno se pueda dedicar al desarrollo espiritual. Simplemente no hay las condiciones o el tiempo o la disposición por el excesivo sufrimiento. Simplemente piense en la cantidad de animales que están en la fila del matadero esperando su turno de ser sacrificados.

- Porque en los dos reinos superiores (el de los Devas y el de los semidevas o ashuras o titanes) hay demasiada felicidad y eso los lleva a caer en la procrastinación, es decir en posponer el trabajo espiritual. Tienen vidas muy largas con muchos placeres. Los Devas están llenos de orgullo y vanidad. Son seres muy luminosos que acumularon mucho karma positivo en sus vidas pasadas... pero cuando se les agosta y están ya en la vejez pueden ver que su muerte es inminente e incluso dónde van a renacer, lo que les causa un inmenso sufrimiento, porque generalmente van a renacer en reinos inferiores. Además en su vejez sufren mucho porque empiezan a oler mal y los otros devas los evitan o rechazan. Por su parte los ashuras o semidevas están llenos de celos y envidias hacia los devas, es por eso que en la Rueda de la Vida se representa un árbol que aunque nace en el mundo de los Ashuras, sus ramas y frutos llegan hasta el mundo de los Devas, quienes son los que se comen esos frutos, lo que genera mucho coraje, envidia y celos en los ashuras, quienes les declaran la guerra a los Devas, pero siempre pierden.

Ok. Ya que vimos dónde nos encontramos: en el reino Humano, que es el más conducente para lograr la liberación o nuestro crecimiento espiritual. ¿Por qué? Porque en este reino no hay ni tanto sufrimiento ni tanta felicidad. Es decir, estamos en un punto intermedio, que nos permite usar el sufrimiento como aliciente para que no se nos olvide que debemos trabajar nuestra espiritualidad y no hay tanto placer o felicidad para distraernos con ello y abandonar la espiritualidad, como le pasa a los devas.


ii. El segundo punto crucial es dilucidar cuál es tu motivación, es decir, a dónde quieres ir... A veces lo sabemos claramente y de manera consciente y a veces no tenemos ni idea, aunque generalmente nuestras acciones o en qué invertimos nuestro tiempo nos delatan.

El tema de la motivacion es tan importante que le dedicamos una página especial. 

https://dharma3.odoo.com/motivacion

Pero aquí vamos a tocarlo brevemente.


IV. Análisis detallado de los 12 eslabones

Los 12 eslabones o nidanas

La originación interdependiente

aquí está la clave de por qué estamos atrapados

y aquí está la clave de la liberación

1. Ignorancia (ciego con bastón)

2. Formaciones kármicas (alfarero)

3. Conciencia (mono en árbol de frutos)

4. Nombre y forma (barquero)

5. Sentidos (casa con 5 ventanas y una puerta)

6. Contacto (dos amantes)

7. Sensación (una flecha clavada en el ojo)

8. Sed, deseo (borracho)

9. Apego (mono en árbol de frutas)

10. Devenir (mujer embarazada)

11. Nacimiento (mujer en parto)

12. Envejecimiento y muerte (viejo cargando su cadáver)

Vamos a tener que regresar a ellos para verlos a profundidad, para entender sus interrelaciones, el tipo de cada eslabón y cómo conecta con los otros en esta vida, en las vidas anteriores y en las vidas futuras.











Fuente: Curso Introductorio de Buddhismo Theravada Venerable Nandisena


V.  ¿Cómo salir de la Rueda de la Vida o del Samsara? ¿Cómo nos podemos liberar?




Saliendo de la Rueda

Los doce eslabones positivos


El mundo humano y los cielos inferiores constituyen los peldaños iniciales del Sendero Espiral que ahora veremos; examinaremos cada peldaño del Sendero por medio de otra cadena de doce eslabones, que es el equivalente Espiral de la cadena cíclica del borde de la Rueda. Esta vez, los eslabones no forman un círculo, sino que ascienden en orden progresivo. Esta cadena evolutiva de coproducción condicionada nos lleva lejos de la Rueda, rompiendo la circularidad infinita de sus vueltas. Cada eslabón en la Espiral proporciona las condiciones para el surgimiento del eslabón sucesivo que se encuentra en el nivel superior, sobrepasándolo, en términos de felicidad, claridad y amor. Todos estos doce eslabones, desde el más bajo hasta el más alto -el de la Iluminación misma- se pueden examinar en la vida humana. Los estados mentales a los que corresponden con la muerte pueden, además, dar surgimiento al renacimiento en los mundos de la pureza y la belleza aún superiores. Exploraremos estos peldaños del Sendero Espiritual en términos de una experiencia interna subjetiva, y de los mundos objetivos que son su expresión concreta.

Los doce eslabones en la cadena de condicionalidad progresiva empiezan con la experiencia de la imperfección. En dependencia de la imperfección, surge la fe, de la fe el gozo, del gozo el éxtasis, y entonces, desplegándose del anterior, tenemos paz, alegría, absorción, conocimiento y visión de las cosas como realmente son, desheredamiento, desapasionamiento, liberación y reconocimiento de que los flujos venenosos mentales han sido destruidos. Los primeros siete eslabones de la imperfección a la absorción, forman parte del Sendero mundano, dado que la Visión Clara de la realidad todavía no ha surgido y cualquier cosa que se haya ganado hasta entonces todavía puede perderse. “El conocimiento de las cosas y la visión como realmente son” es el punto de dicho alcance y, por lo tanto, de la Entrada en el Flujo. A partir de aquí, los eslabones constituyen el Sendero Transcendental. En este capítulo seguiremos el Sendero mundano y, en el siguiente, el Sendero Transcendental.

El Sendero surge a partir de la Rueda, ya que, infinito como es el ciclo de eslabones, hay un punto en el que se abre una brecha por la que podemos escapar. Vimos en el capítulo seis que se puede asignar una de dos fases a cada eslabón de la cadena cíclica. Existe una fase activa causal que es establecida por nuestras voliciones propias. La fase resultante es seguida inevitablemente del ímpetu inherente a la fase causal. Tenemos un cuerpo, órganos de los sentidos y una experiencia sensorial, debido a que así lo dispusimos en el pasado; nuestras voliciones presentes son responsables de nuestra experiencia presente. La cadena cíclica entera consiste de la acción y la reacción entre estas dos fases. En los doce eslabones cíclicos hay tres puntos de transición entre las dos fases: donde la fase causal en la vida pasada le abre camino a la fase resultante en el presente; donde la fase resultante le abre camino a la causal, ambas en la vida presente; y donde esa fase causal le abre camino a la fase resultante en la vida por venir (véase fig. 4, pág. 173). El resultado, viene de la causa sin la posibilidad de variación: al haberle dado el impulso de las voliciones, la Rueda tiene que girar hasta que su energía potencial se ha descargado por completo. No obstante, una vez que el proceso resultante ha dejado de girar hasta su límite es inevitable una reacción posterior. Tan sólo las voliciones nocivas renovadas le dan otro giro a la Rueda. La brecha entre la fase resultante y la fase causal, ambas en la vida presente, es el punto en donde es posible el cambio en la Rueda. La brecha se encuentra entre el eslabón de los sentimientos y el eslabón de la avidez o deseo. Nos llegan las experiencias placenteras y dolorosas como una consecuencia de nuestra constitución psicofísica. Generalmente, en base a esos sentimientos, ansiamos lo que es placentero -o parece serlo- tratando de aferrarnos a ello, y odiamos lo que parece doloroso, tratando de rechazarlo o destruirlo; estableciendo así la fase causal una vez más.


El eslabón de los sentimientos es, por lo tanto, el último eslabón en el proceso resultante después del cual empezamos una nueva ronda de voliciones, las que nos mandarán girando sobre la Rueda una vez más, o nos conducirán sobre la Espiral. Sin embargo, existen diferentes niveles de sentimientos, y si no estamos profundamente conscientes de éstos, continuaremos reaccionando con voliciones insanas. Con frecuencia, nuestras reacciones están basadas en agrados y desagrados relativamente superficiales, e incluso en las sensaciones físicas de placer y dolor. De alguna manera, en un nivel más profundo, nuestra habilidad para imaginar lo que no se encuentra inmediatamente presente da surgimiento a expectaciones y anticipaciones, esperanzas y temores. Si llegamos a sentirnos insatisfechos en este nivel es porque queremos y esperamos de la vida más gratificación, sintiéndonos decepcionados con lo que tenemos. Esperamos algo mejor y creemos que podríamos estar plena y perfectamente satisfechos, si tan sólo lográramos la combinación de circunstancias correctas. Esta actitud nos conduce a un estado de deseo u odio adicionales, en tanto que ocupamos toda nuestra energía tratando de crear las circunstancias ideales para nuestra propia individualidad limitada.


1. Insatisfacción (Dukha)

En tanto que vamos girando en la Rueda, puede empezar a crecer otro tipo de sentimiento en nosotros; aunque en un sentido superficial podemos estar bastante felices y experimentar una abundancia de placeres de tipo sensual y psicológico, también empieza a surgir una frustración más profunda. Comenzamos a darnos cuenta que la vida terrenal es imperfecta en su naturaleza. Esta, por supuesto, ofrece placeres muy reales, pero éstos siempre son limitados. Siempre hay algo que los estropea o los echa a perder, y éstos se terminan; cualquier cosa en el mundo en la que tratemos de hallar seguridad y felicidad duraderas será vulnerable. No hay nada de lo que podamos depender: la vida más feliz contiene algunas experiencias de dolor y decadencia. Nunca somos capaces de alcanzar el límite superior en el gozo de cualquier placer, algo dentro de nosotros permanece insatisfecho, siempre experimentamos algún tipo de constricción que nos impide alcanzar una felicidad total. Incluso se dice que la felicidad más refinada de la esfera superior de los dioses contiene un ligero rastro de constricción.

Esta creciente sensación de la imperfección de todo lo que el mundo ofrece no es simplemente la decepción que surge de la ambición frustrada, ni la reacción de una persona débil que se considera defraudada por la vida. Aquel que siente ese tipo de frustración deja de buscar la perfección en las cosas terrenales; cuenta con algún tipo de sospecha o intuición de que es posible alcanzar la verdadera realización, aunque no sabe donde encontrarla. Todo lo que hace por el momento le parece vacío y sin sentido, a pesar que quizá no tenga problemas en sus relaciones con otras personas o en su trabajo, y que esté perfectamente saludable psicológicamente. Sabe que hay algo más con respecto a la vida de lo que ahora se percata, y está buscando un significado más profundo en ella.

Este sentido de imperfección es la expresión natural de una conciencia que desea desarrollarse. La tendencia evolutiva inherente en toda la conciencia ejercita su influencia en nosotros. Nuestra conciencia del yo es la semilla de la conciencia Transcendental, y la restringida circunferencia de la Rueda no puede contenerla por mucho tiempo sin que nos sintamos confinados e incómodos. La naturaleza de la conciencia es expansiva, y si no se le satisface de acuerdo a su naturaleza, surge dolor y frustración. La represión de éste, el más fundamental de los deseos, tiene consecuencias mucho más drásticas que la represión de los instintos, ya que si no satisfacemos dicho deseo, puede amargarnos toda la vida. Mucha gente experimenta esta frustración o sentido de imperfección; algunos simplemente lo pierden en el torbellino de sus propios impulsos reactivos; otros son arrastrados por las presiones del grupo en que viven, porque les obliga a intentar realizar las expectativas convencionales; algunos empiezan su búsqueda pero se desaniman, tarde o temprano, debido a la falta de una guía y un apoyo claros, así como por la confusión de opciones a las que se enfrentan. Esa llamada no es fácil de distinguir de todos los otros deseos que tenemos, y es aún más difícil encontrar una forma de salida si no contamos con la ayuda o el estímulo de otros. No es sorprendente ver que mucha gente que experimenta alguna vez ese sentido de imperfección, simplemente desiste, y continúa su curso en la Rueda. Las instituciones y actitudes sociales predominantes raramente los animan a actuar de esta manera. Sin embargo, ese sentimiento de frustración con respecto a la vida mundana no es algo que debamos tratar de olvidar o curar, sino que debemos reconocerlo y apreciarlo, ya que constituye la entrada al Sendero de la Evolución Superior.

Los que experimentan un sentido de imperfección de una vida limitada se lanzan a la búsqueda de algo más real, si son afortunados encuentran la expresión de ese ideal, lo que por lo menos les da una indicación de lo que buscan. Puede ser que una estatua del Buda, si ésta posee cualidades altamente artísticas, les transmita la paz del estado Iluminado, junto con un entendimiento más profundo y una fuerte empatía hacia todos los seres vivos. Un libro puede llegar a comunicarles la verdad que buscan, o puede que conozcan a alguien que los deje impresionados a causa de las cualidades humanas que ha desarrollado. De esta forma y de otras tantas, a partir de ese sentimiento de frustración, surge una nueva esperanza real; en dependencia de la imperfección surge la fe.


2. Fé (Śraddhā)

En el budismo la fe es un término multifacético, con un significado mucho más extenso que el que la palabra contiene convencionalmente. No es la creencia sin hacer uso de la razón, sino la respuesta sincera del ser total hacia el Ideal. Es la oleada de la facultad Imaginativa que va más allá de nuestra experiencia inmediata, para tocar y, finalmente, asirse de la verdad suprema. Una vez que ha surgido la fe, sabemos lo que se tiene que hacer.

En primer lugar, la fe es una respuesta intuitiva directa; la fuerza de la evolución contenida en nosotros se libera por medio de algo que incorpora la posibilidad de la realización plena y de la perfección. Si esto es una obra de arte, una persona o un libro, el Ideal que manifiesta tendrá una correspondencia con algo en nuestro interior. La conciencia Transcendental latente, dentro de nuestra conciencia del yo, vibra en empatía con la realidad Transcendental reflejada en el objeto que ha encendido nuestra fe. Algo atrae a su similar y nos encontramos atraídos irresistiblemente por lo que sentimos reflejado en nuestra naturaleza más profunda. Al principio, la fe puede parecer un tanto vaga y confusa, sin embargo es una emoción muy poderosa que nos eleva hacia nuestra Meta.

Cuando alcanza su madurez, la fe incluye claridad mental, por lo que llegamos a entender el significado del Buda, el Dharma y la Sangha de una forma racional. Tenemos una comprensión intelectual precisa del Dharma y somos capaces de investigarlo a un nivel intelectual, así como de responder a éste a un nivel emocional. No necesitamos creer ciegamente; y antes de que la fe haya madurado, puede resultar necesario contar con una mente abierta que cuestione la consistencia racional de las declaraciones del Buda acerca de la Iluminación. La fe debe contar con inteligencia y claridad, de tal manera que podamos tener una comprensión clara del Ideal al que se está respondiendo con esa poderosa atracción intuitiva. Si no se encuentra presente el aspecto cognitivo de la fe podemos tomar el camino equivocado. Podríamos confundir la fe con otras emociones menos saludables, como por ejemplo, la necesidad neurótica de obtener seguridad, y esto, a su vez, puede llevamos a depositar la fe en un gurú al que le gusta ejercer autoridad sobre los demás por razones neuróticas propias.

En tanto que la fe se fortalece y agudiza por medio del desencadenamiento de las emociones y la valoración del intelecto, ulteriormente se confirma por medio de la experiencia. Cuando utilicemos la fe en el seguimiento del Sendero, hallaremos que podremos justificarla, en tanto que obtenemos los beneficios del Dharma, para entender así, por medio de nuestra experiencia propia, algunas de las verdades que yacen frente a nuestros ojos. La fe llega a intensificarse al no estar solamente basada en la respuesta emocional y en la convicción intelectual, sino además, en la firme base de la confianza que ha nacido de nuestra experiencia.

La fe es el primer peldaño en el Sendero Espiritual, el equivalente de la avidez, la cual es el primer peldaño en la vuelta renovada de la Rueda. Ese peldaño, lejos de la Rueda, no se sube todo de una sola vez; cada segundo de nuestra vida se nos presentan sentimientos dolorosos, placenteros o neutros, y tenemos la alternativa de reaccionar con avidez (o con odio) o de responder con fe. Pero si ansiamos o negamos nuestro destino superior y nos identificamos por completo con nuestro presente nivel de experiencia. Nuestros deseos más profundos se encuentran fincados en placeres mundanos. Si sentimos fe, entonces podemos ver cómo surgen los sentimientos placenteros y dolorosos a partir de ciertas condiciones, mientras nuestro corazón se encuentra unido a una felicidad que va más allá de dichas condiciones. De esta forma somos capaces de responder a los sentimientos que surgen durante el curso de nuestra vida.

Gradualmente aprendemos a reconocer la naturaleza condicionada de nuestros sentimientos y a discriminar entre nuestras reacciones de avidez o de odio, así como nuestras sanas respuestas de fe y de metta. Nuestra energía es depositada cada vez más en la Espiral, hasta que con la Iluminación plena no hallamos ningún aspecto de la Rueda en nosotros. Es entre la alternativa del deseo y de la fe donde se encuentra la Evolución Superior. Mientras todavía tengamos que alcanzar el punto de la Entrada en el Flujo, cuando la Espiral se despliega espontáneamente, todo nuestro esfuerzo tiene que estar dirigido a la discriminación de los impulsos sanos e insanos dentro de nosotros. Se tiene que tener una conciencia infatigable en nuestros procesos mentales, de tal manera que veamos claramente hacia donde tienden éstos, para ser capaces de actuar tan perspicazmente como podamos. Nuestro esfuerzo inicial sólo preverá la realización de las acciones torpes más obvias, pero, con el tiempo, aumentará nuestro poder de concienciación y seremos capaces de observar el flujo y reflujo de estados mentales nocivos y saludables en nuestra mente, antes de que éstos alcancen el umbral de una conducta abierta. De esta manera, las tendencias cíclicas en nosotros perecerán gradualmente y la Espiral florecerá.

Este esfuerzo de concienciación y discriminación mental es una de las consecuencias activas de la fe que ha surgido. La fe no es únicamente una apreciación del Ideal, sino el deseo de caminar hacia éste. No es solamente ver la correspondencia entre la Budeidad y nuestra propia naturaleza más profunda, sino querer hacerla una realidad viviente, querer desarrollar activamente nuestra conciencia. Así empezamos a practicar aplicando las enseñanzas del budismo en nuestra vida, para de esta manera trasladarnos de la Rueda a la Espiral. Al principio, será importante que consideremos el aspecto ético de nuestra conducta, en tanto que estamos tratando de hacer que nuestras acciones sean una expresión de la visión recién descubierta. Trataremos de ordenar nuestra vida de tal manera que nos veremos guiados por los Ideales a los que hemos respondido con fe; la fe entonces da surgimiento a la ética.

El aspecto activo de la fe, el deseo de realizar en nuestras vidas los Ideales, se conoce como el acto de Ir al Refugio de las Tres Joyas: el acto de compromiso hacia el Buda, el Dharma y la Sangha. Es la expresión de Ir al Refugio, y la aceptación de nuestro maestro y nuestros amigos espirituales, lo que formalmente lo integra a uno como miembro de la Sangha, la comunidad espiritual.

Con la fe hemos dado un salto más allá del viejo yo, y nos hemos abierto hacia una esfera de conciencia más amplia. Reconocemos algo que va más allá de nosotros mismos y ya no nos encontramos tan restringidos por nuestro egocentrismo. Sentimos inspiración y un nuevo ánimo de generosidad nos posee; tenemos tanta riqueza interior, que ésta se desborda hacia los demás y contamos con un gran sentido de gratitud hacia nuestro maestro y nuestros amigos espirituales. Ellos han mantenido vivo el mensaje del Buda y nos han ayudado a ver esa frustración causada por la imperfección y el vacío. Los Ideales mismos y aquellos que los personifican nos llenan de sentimientos intensos de reverencia y respeto, sintiendo ganas de expresar nuestra devoción hacia ellos y de honrarlos por sus muchas cualidades excelentes.

El cultivo y expresión de estos sentimientos devocionales es de gran importancia; si no encuentran expresión alguna, como cualquier otro impulso, se marchitarán y morirán. Entre más ricamente los expresemos, más fuertemente se erguirán fortaleciendo nuestra fe. Es por esta razón que en cada tradición budista hay imágenes del Buda, ante las que la gente hace una reverencia, lleva ofrendas o lleva a cabo ceremonias con recitaciones de mantras y rituales. Con frecuencia los altares y los salones en los que éstos están situados, al igual que las palabras y las acciones de las ceremonias, son bastante bellos y profundamente conmovedores, aunque se desconozca el significado exacto de cada ademán y sonido. De esta manera, las emociones se encuentran en cada uno de nuestros esfuerzos por crecer, proporcionándonos la fuerza que nos motivará ir hacia adelante. Una comprensión teórica de las formulaciones del Dharma no es suficiente, uno tiene que estar conectado emocionalmente; tenemos que querer avanzar y tenemos que aprovechar nuestras emociones, de otra manera, éstas optarán por los objetos de la avidez. La fe y la devoción son los aspectos emocionales de la Evolución Superior, y tenemos que tomar medidas activamente para desarrollarlas y expandirlas. Sin las prácticas devocionales de cualquier tipo es probable que el budismo simplemente permanezca como un pasatiempo intelectual.

Por lo tanto, la fe es el primer peldaño en el Sendero, el punto en el que contactamos el Ideal y nos comprometemos a llevarlo a cabo. Nos lleva más allá del estrecho interés personal y empezamos a vivir de una forma más perspicaz, somos más generosos y sentimos gratitud hacia nuestros maestros y amigos en el Sendero, así como devoción por las Tres Joyas y su expresión. Esto corresponde al segundo nivel del mundo humano, donde el individuo se ha separado del grupo y se une a la comunidad espiritual. El verdadero ser humano se caracteriza por su fe en los Ideales. Transcendentales.

A pesar de que la fe es el primer peldaño en el Sendero, no se le abandona en la transición hacia el siguiente, sino que se desarrolla y fortalece cada vez más a través de la Espiral, subyaciendo en cada uno de los eslabones sucesivos.

La fe que se sigue a través de un compromiso activo llega a transformar al individuo, cambia su vida entera; su perspectiva con respecto al mundo es diferente, sus estados mentales se encuentran en un plano nuevo y más elevado, y empieza a experimentar un sentido bastante nuevo de júbilo y placer. En dependencia de la fe surge el deleite.


3. Deleite (Pramodya)

Debido a que nos encontramos viviendo de una manera perspicaz y satisfaciendo nuestra fe, surge una sensación de bienestar y armonía que es lo que constituye el deleite. Entonces, sentimos la satisfacción interior de saber que no hay nada que podamos autorreprocharnos. Nuestra conciencia está tranquila y nos sentimos totalmente satisfechos con nosotros mismos. Al estar llevando nuestras aspiraciones a la práctica, no experimentamos esa sensación de disgusto para con nosotros, ni la decepción que viene con el fracaso de no vivir de acuerdo a nuestros ideales.


No sólo nos sentimos felices con nosotros mismos, sino que además nos sentimos tranquilos con los demás, ya que no hay nada que éstos puedan reprocharnos. Con frecuencia, nuestras dificultades sociales surgen a causa de nuestra actitud defensiva acerca de lo que otros nos acusan, pero en el estadio del deleite no existe ni el más mínimo rastro de inconstancia, por medio de la que otros podrían manipularnos; sentimos una seguridad y confianza psicológicas.

Cuando no experimentamos este tipo de inocencia nuestra mente se nubla y se distrae con sentimientos de culpa y autorreproche. Incluso, nos hace sentir vulnerables todo el tiempo hacia aquellos que quieren explotar nuestras debilidades, y nos sentimos poco tranquilos al estar con otras personas. Dicha culpa puede ser racional o irracional; si es irracional tenemos la sensación neurótica de que hemos hecho algo malo, independientemente de que lo hayamos hecho o no. La persona que experimenta un sentido de culpa irracional, como un resultado de su educación, ha aprendido a pensar que es un pecador y cuenta con un sentido de culpa permanente subyacente y con temor al castigo. Este es un estado mental totalmente torpe y tiene que corregirse tan pronto y como sea posible para reemplazarse con amor hacia sí y seguridad personal. Por otro lado, la culpa racional es bastante sana y nuestro arrepentimiento con respecto a nuestra genuina conducta torpe. Hemos hecho algo erróneo y nos avergonzamos de ello; sin embargo, no sería perspicaz permanecer en este estado de arrepentimiento por mucho tiempo. Por supuesto, tenemos que hacer frente a nuestros defectos propios y a nuestra torpeza, pero debemos aspirar a resolver, tan pronto y como sea posible, los sentimientos de culpa que puedan surgir. En el budismo se le da mucha importancia a la erradicación de sentimientos de culpa. Primero que nada, es importante reconocer lo que hemos hecho, y la mejor manera de hacerla es confesándolo abiertamente a un maestro o amigo espiritual, quien sea capaz de comprender que nuestra acción fue en verdad torpe, pero mantenga una actitud positiva hacia nosotros. Al manifestar esto abiertamente y al expresar nuestro pesar por lo que hicimos, nuestra conciencia puede tranquilizarse una vez más. Sin embargo, algunas veces puede que, debido a la magnitud de la falta o porque nuestra conciencia está en un estado delicado, la confesión no limpiará nuestro corazón por completo y todavía nos sentiremos culpables. En este caso se recomiendan diferentes prácticas devocionales que estimulen los sentimientos de fe e induzcan un estado mental más positivo. Obviamente, una parte crucial de la confesión y de la ceremonia devocional es el firme compromiso de evitar dicha conducta en el futuro.

El deleite es la ausencia perfecta de cualquier sentimiento de culpa o conflicto moral. No es sólo experimentar un sentimiento subjetivo de felicidad y tranquilidad, sino que además experimentaremos objetivamente los frutos kármicos de nuestras acciones perspicaces. Nuestros méritos nos brindarán sus beneficios. Si, durante la muerte el estadio de deleite es predominante, renaceremos en los mundos celestiales de la esfera sensorial y disfrutaremos del sutil deleite sensorial que éstos nos proporcionarán.

La búsqueda del Sendero Espiral nos brinda alegrías desde un principio y éstas irán en aumento en tanto que escalemos más alto. Una vida ética integrada forma las bases de una integración física más profunda, en la que todas las energías en conflicto se armonizan y unifican en una experiencia de felicidad y placer exorbitantes. En dependencia del deleite surge el éxtasis.


4. Éxtasis (Priti)

Con este eslabón, por primera vez, pasamos más allá del plano del deseo sensorial en la esfera de la forma arquetípica. Los siguientes tres eslabones nos llevan a través de todos los niveles arquetipicos, junto con aquéllos de la esfera que va más allá de la forma. Las dos son esferas de la meditación; los estados mentales que las constituyen son bastante diferentes de aquellos que pertenecen a la conciencia común y corriente. Aquí tendremos que forzar nuestro lenguaje hasta sus límites al tratar de comunicar algo acerca de estas sublimes alturas. No obstante, estos estados se encuentran al alcance del que lleva a cabo la práctica de meditación sistemáticamente.

Con la meditación se producen dos efectos primarios relacionados: integra todas las energías de la psique y conduce a la experiencia de emociones más positivas. El estadio de éxtasis surge cuando todos los conflictos y tensiones psicológicos son resueltos y los impulsos subconscientes se liberan y absorben en plena conciencia. Esto trae intensas sensaciones placenteras y una entusiasmada alegría, aún más ligera que la que se conoció en el estadio de deleite. Gran parte del tiempo nos encontramos divididos mentalmente y nuestra energía se esparce tanto en diversos intereses como en distintas preocupaciones, en todo lo que no forma un patrón armonioso. Para complicar la cuestión aún más, con frecuencia no nos percatamos, o nos encontramos confundidos, con respecto a nuestras motivaciones propias. Es como si no fuésemos una sola persona sino una concurrencia de personalidades diferentes, algunas de las cuales pueden estar en conflicto directo con otras. Con rareza somos capaces de utilizar plenamente nuestros recursos emocionales y mentales en una tarea específica, puesto que la mayor parte del tiempo, si no siempre, operamos con una fracción de nuestro potencial total y no experimentamos la riqueza de una vida vivida con plenitud. Es un hecho sorprendente que muchos grandes artistas y figuras de inspiración del pasado parecen haber gozado de una superabundante energía, y de haber poseído una ambición y entusiasmo que la mayoría de nosotros perdimos en nuestra infancia.

Con el fin de lograr una integración horizontal con respecto a todas nuestras subpersonalidades, tenemos que ejercitar la concienciación y la autorreflexión, conociéndonos a nosotros mismos más plena y profundamente. La meditación, el trabajo positivo -que es la “Subsistencia Correcta” - y la amistad espiritual, todas éstas, nos ayudan en esta tarea clave de la unión de los fragmentos de personalidad en una individualidad equilibrada; pero lo que nos ayudará más será la posesión de una visión, así como la expresión devocional conducente a su realización, porque ésta unirá nuestras energías. De la misma manera que todas las fracciones en conflicto de una nación se unen en el deseo común de prevalecer ante su agresor, nosotros necesitamos algo a lo que podamos dedicarnos, algo que vaya más allá de nosotros mismos. Si dicha meta consiste en armonizar cada aspecto de nuestro ser no podemos darnos el lujo de hacerlo de una forma unilateral, ni de dejar ningún rastro nocivo; ese Ideal es la Iluminación Humana. En el estadio del éxtasis, nuestra fe en las Tres Joyas y nuestra búsqueda activa de una forma de vida perspicaz fructifican en la resolución de todos los conflictos y tensiones, en la liberación de la energía subconsciente y en el fortalecimiento de la fe actual. Un fin bastante alto será lo único que podrá movilizar la fuerza total del corazón humano.

Los conflictos y las tensiones no son meros hechos mentales, sino que también encuentran su expresión en la postura de nuestro cuerpo. Una persona ansiosa encorva los hombros ante los golpes de la vida; una persona enojada aprieta los dientes y está lista para el ataque. Nuestras emociones predominantes dan forma a nuestros músculos constantemente, esto es a lo que el psicólogo Wilhelm Reich denominó “la armadura del carácter”. Una tensión psicológica se resuelve con el estado integrado, esta rigidez empieza a desaparecer y la energía nerviosa atrapada en la musculatura fluye más libremente. El derretimiento de estas obstrucciones, y la liberación resultante de vitalidad física, se experimentan con las sensaciones de placer corporal. El grado con el que sintamos éxtasis dependerá de la cantidad de inhibición anterior y de la tensión -de hecho, ésta puede ser bastante fuerte. El análisis psicológico budista enumera cinco niveles de éxtasis. Primero, se encuentra el “estremecimiento menor”, que sólo es capaz de erizar los vellos del cuerpo. Entonces tenemos, el “éxtasis momentáneo”, que lanza breves pero intensas corrientes a través del cuerpo, como flashes de luz. “El éxtasis torrencial” se desborda a través del cuerpo con flujos y reflujos, como ondas marinas que se rompen en la orilla. “El éxtasis impregnante” lleva el proceso a su culminación y es comparado a un globo lleno de aire, ya que las sensaciones de éxtasis son tan penetrantes y perdurables que llenan al sistema entero.

Estos niveles progresivos de éxtasis no son más que intensas formas de las manifestaciones de tipo físico, que frecuentemente excitan poderosas emociones. Cuando nos encontramos profundamente conmovidos ante algo -el arte o la naturaleza, actos de heroísmo o nuestra comunicación con otra persona- nuestros ojos pueden llenarse de lágrimas o podemos empezar a temblar incontrolablemente. Estas no son señales de debilidad o falta de autocontrol, sino la evidencia de que algo nos ha impresionado profundamente, y de que no podemos contener nuestras emociones dentro de los límites de la expresión normal, porque éstas buscan una descarga más inmediata. Dichas acometidas de energía no son poco comunes en la meditación, y la gente puede empezar a llorar, temblar o reír de una forma bastante involuntaria. Todas éstas pueden ser manifestaciones del éxtasis y no se encuentran caracterizadas únicamente por sensaciones de liberación y placer físicos, sino además por intensos sentimientos de felicidad. Toda nuestra energía psicológica fluye cada vez más poderosamente por medio de nuestra fe, nos sentimos más completos y profundamente satisfechos de que estamos dedicados a la tarea más noble que un ser humano puede emprender. Entre más profundo es el éxtasis, de una forma más pura predomina la experiencia mental, y así, en dependencia del éxtasis surge la calma.


5. Calma (Prasrabhi)

Tarde o temprano se completa el proceso de integración horizontal, y entonces se libera toda la energía atrapada en la tensión, así como el conflicto subconsciente. La experiencia de éxtasis físico se asienta y queda mejor establecida la alegría vigorizada. El hecho de que ya no exista el placer emocionante del éxtasis no significa que el subsiguiente estado sea menos feliz, sino que es mejor aún, pero la felicidad es de una naturaleza más refinada, yendo más allá del cuerpo, que ya no puede contenerla. En este sentido, la concienciación del cuerpo se aleja por completo y el mundo de la experiencia sensorial queda totalmente atrás. Poseemos un estado de completa calma y tranquilidad. La mente se encuentra clara y ligera, muy receptiva y dócil, sin ninguna rigidez ni prejuicios. La calma en que nos encontramos inmersos es profunda y vigorizante al no verse perturbada por ningún estremecimiento de emoción negativa.


En este estado de calma profunda, las emociones fluyen de una forma cada vez más poderosa, aunque todavía en una marejada torrencial, al mismo tiempo que crecen más sutiles y delicadas. Entonces, en dependencia de la calma surge el arrobamiento.


6. Arrobamiento (Sukha)

Al haber usado todos los superlativos disponibles para la felicidad y la positividad, es difícil describir un estado que sea aún más feliz y todavía más positivo -a pesar de que apenas estamos a la mitad de la cadena Espiral-. Sin embargo, esto es a lo que se refiere el arrobamiento: la felicidad, a través de la paz, se eleva a un nivel superior. Aquí, el proceso de integración vertical está reuniendo energía a partir de un nivel mucho más profundo, es decir, a la energía de la inspiración y la creatividad que intensifican la poderosa corriente de la emoción, la cual, desde su burbujeo inicial en el manantial de la fe, se ha reunido en una fuerza inmensa que se extiende ante ésta en una gigantesca corriente de felicidad. Todas las demás emociones positivas también se encuentran presentes: una metta abrasadora, irradiando hacia todas las criaturas; una compasión empática hacia todos los que sufren; regocijo por la felicidad y las virtudes de los demás; gratitud y devoción hacia los que se encuentran más desarrollados. Ningún elemento del prejuicio personal, o de la predilección, estropea la perfecta ecuanimidad de su amor.

La integración vertical continúa hasta que todas las fuerzas de la conciencia mundana fluyen juntas, así que, en dependencia del arrobamiento surge la absorción.


7. Absorción (Samadhi)

No queda nada que se haya excluido de la conciencia; la energía total del ser se encuentra unida en una concienciación plena que se mantiene en un solo punto. Todo se encuentra enfocado en un perfecto equilibrio, en el nivel de refinamiento más elevado. La mente se encuentra elevada y goza de una felicidad sublime. Se encuentra fresca y entusiasta, vivaz y clara, concentrada en una concienciación pura. La experiencia del sujeto y objeto es tan fina ahora, y ambos vibran tan cercanamente uno del otro, que es difícil distinguirlos. Hemos llevado la mente a la cumbre de la excelencia mundana. Es en este punto que ocurre el gran salto a lo Transcendental, ya que en dependencia de la absorción surge el conocimiento y la visión de las cosas como realmente son.

El eslabón de la absorción representa la culminación de ese estadio del Sendero, concerniente principalmente a la meditación. Como anotamos en el capítulo II, el Sendero tiene tres fases principales: moralidad, meditación y Sabiduría. La fe y el deleite se encuentran conectados principalmente con el estadio de la moralidad; el éxtasis, la paz, la alegría y la absorción con la meditación; y lo que queda de la cadena con el cultivo de la Sabiduría Transcendental. Dado que la práctica de la meditación es uno de los métodos centrales de la Evolución Superior, ahora la examinaremos de una forma un poco más detallada.

El propósito de la meditación es ayudarnos a desarrollar estados superiores de conciencia de una forma sistemática. Su objetivo es producir el eslabón superior del Sendero mundano: la absorción. Hay otras técnicas de meditación que se encuentran dirigidas al cultivo de la Visión Clara, pero no nos ocuparemos de ellas ya que implican que se ha alcanzado la absorción. La lógica de nuestra cadena de la Evolución Superior parece decirnos que sólo podemos empezar a practicar la meditación cuando hayamos perfeccionado la fase de moralidad que comprende los primeros tres eslabones de imperfección, fe y deleite.

De hecho, el desarrollo humano nunca llega a alcanzar la pulcritud y el orden que sugiere dicha fórmula, ya que realmente no nos encontramos en un estadio particular del Sendero, sino, más bien, esparcidos en toda el área de éste. Por ejemplo, puede que nuestra experiencia predominante sea la de la imperfección, sin embargo, también tendremos períodos de fe, de deleite y hasta puede haber momentos breves en que sintamos las primeras sensaciones de éxtasis. No obstante, no podremos ir más allá del eslabón que, se podría decir, constituye nuestra base, porque debemos tener cuidado de no intentar correr antes de poder caminar. Aunque también es verdad que, nuestro intento por alcanzar un estadio un poco más elevado del que ahora estamos, nos ayudará a consolidar los niveles inferiores anteriores. Por lo tanto, tenemos que poner nuestro principal esfuerzo en perfeccionar los niveles anteriores; de manera contraria sería inútil nuestra práctica en los siguientes niveles. De esta forma, aunque la práctica de la meditación pueda ser benéfica antes de que se haya afianzado la moralidad, si no tratamos de llevar una vida más ética la meditación no nos llevará muy lejos. Mucha gente que se encuentra en el estadio de la “búsqueda de algo” puede probar la meditación, porque seguramente le resultará de ayuda en su búsqueda; sin embargo, tarde o temprano, si quiere avanzar más tendrá que desarrollar la fe y comprometerse al Ideal del Sendero.


Las dos técnicas de meditación básicas -que son comunes a muchas escuelas de budismo- están interesadas en el cultivo de las emociones positivas por un lado y, por el otro, en la concentración. Las emociones positivas se alcanzarán a través de la concentración y la concentración a través de las emociones positivas -ya hemos visto como los estados mentales elevados están caracterizados por felicidad e integración-. Existe el peligro de que nos desarrollemos de una forma unilateral si no ponemos atención en ambas: la concentración puede volverse un tanto árida, e incluso puede convertirse en algo ajeno a las emociones, y las emociones pueden ser vagas e imprecisas, con una tendencia a la distracción. A pesar de que cada una enfatiza algún aspecto ligeramente diferente del desarrollo, los principios generales son los mismos para las dos técnicas.

Al principio, cuando nos sentamos a meditar, a pesar de que todas las condiciones externas pueden ser ideales, muy pronto nos damos cuenta de que las fuerzas internas nos van a dificultar continuar con el proceso simple del seguimiento de la respiración. A estas tendencias mentales se las conoce como los “obstáculos”, ya que nos impiden llegar a concentrarnos en el objeto de la meditación. Los obstáculos son cinco, y el primero es el deseo de la experiencia sensual. Gran parte de nuestra actividad mental se ocupa de fantasear acerca de cosas diversas; inicialmente al tratar de meditar, puede sorprendernos la persistencia de nuestra mente por explayarse en ciertos deseos y preocupaciones. Estas fantasías pueden ser bastante placenteras, pero nos dificultará alejar la experiencia sensual de una buena vez, para así poder entrar en la dimensión de la forma arquetípica. El odio, el segundo de los obstáculos, de una manera similar, nos absorbe en el pensamiento de las maldades de nuestros supuestos enemigos y planea la revancha que vamos a tomar sobre ellos. El letargo y la pereza son estados de flojera y aburrimiento, que agobian a muchos al tratar de meditar, cayendo en un estado de ensimismamiento amodorrado, llegando incluso a quedarse dormidos. Este estado es generalmente inducido por un conflicto mental, bajo la superficie de la conciencia, en el que la mente sufre una carencia de energía. La ansiedad y el desasosiego ocasionan que nuestra mente revolotee de tópico en tópico, de tal manera que nunca llega a asentarse para meditar. La duda y la indecisión constituyen el último obstáculo, y consisten en la inhabilidad crónica para comprometernos con cualquier actividad o situación, incluso en la práctica de la meditación durante una sesión; no estamos dispuestos a esforzamos de corazón en el seguimiento de la técnica.

Estos cinco -deseo, odio, letargo y pereza, ansiedad y desasosiego, duda e indecisión- tendrán que dejarse a un lado para poder concentrarnos en la respiración. Mientras estemos llevando a cabo la práctica, debemos continuar atendiendo a la respiración sin importar lo que suceda. Tan pronto y como nos demos cuenta de que hemos caído bajo la influencia de uno u otro obstáculo, tendremos que regresar a la observación de la respiración. Cuanto más perspicaz y feliz sea nuestra vida, más fácil será el deshacernos de los obstáculos.

Si logramos evitar que los obstáculos nos distraigan, entonces seremos capaces de continuar con la práctica de la meditación. Si estamos efectuando la “Conciencia de la Respiración” mencionada en el capítulo II, nos concentramos en la respiración tanto y cómo nos concentraríamos en cualquier objeto, observándola y tratando de sentida tan plenamente y cómo podamos. Después de un rato la experiencia se convertirá en algo más sutil. La respiración deja de ser una cruda sensación física, pasando a ser algo ligero y delicado, uniforme y estable. Se convertirá en algo fascinante y placentero, sintiendo el flujo del aire que entra y sale del cuerpo, y como la mente se calma y tranquiliza. En este punto, pasamos del simple intento de meditar a la meditación misma; nos trasladamos de la esfera sensorial a la esfera de la forma arquetípica. Así, nos ocupamos por completo de la respiración y pasamos a través de una secuencia de cuatro estados de absorción que nos llevan hasta el pináculo de la cadena de la condicionalidad mundana.


Niveles de Absorción (Dhyāna)

Integración

La primera absorción es el estado de integración horizontal, cuando toda la energía de la conciencia y subconsciencia se unifica. Existe aquí cierta actividad mental discursiva sutil, generalmente conectada con el objeto de concentración, pero es relativamente periférica con respecto a la mente, y la atención se encuentra casi por completo en la respiración. Los sentimientos de éxtasis, como se describen en el “eslabón del éxtasis”, pasan a través del cuerpo, y fuertes sentimientos de júbilo y alegría se apoderan de nosotros.


Inspiración

En la próxima absorción, conocida como el estado de inspiración, el proceso de integración vertical comienza y sentimos como si fuésemos alimentados con energía creativa, desde una fuente superior. El éxtasis y la alegría son más intensos y la unidireccionalidad de la mente ha llegado a alcanzar un estado tan fino, que todo el pensamiento discursivo ha cesado. La mente se encuentra luminosamente clara y ningún pensamiento perturba su tranquilidad.


Permeación

La tercera absorción es el estado de impregnación en el que la mente está inmersa por completo en esa dimensión más alta de concienciación, la que en el estadio anterior apareció únicamente como una fuente exterior de inspiración. Cualquier rastro del mundo sensual se ha alejado de la conciencia y nos movemos en la esfera de la forma pura. El éxtasis ha cesado debido a que la reserva de energías no resueltas se ha agotado, pero la alegría y la felicidad son mayores aún y la mente se encuentra enfocada más agudamente que nunca antes. La respiración se ha alejado de la atención, no debido a que la mente se haya desviado, sino porque, se podría decir, ha ido más allá de la respiración.


Radiación

La cuarta absorción es el estado de radiación; uno experimenta un estado de equilibrio que además es dinámico. La poderosa positividad de nuestra mente, al ir más allá de la alegría de los estadios anteriores, ahora parece irradiar grandes ondas de amor y bienestar, como una especie de aura de influencia benéfica. A pesar de que hay otros estadios de absorción más elevados que pertenecen a la esfera que va más allá de la forma, no son más que refinamientos mayores de este estadio de irradiación, plenamente concentrado, ya que al no haber más energía por unificar, la integración se ha completado. Es sólo esta mente integrada y refinada, la que es capaz de ver la realidad. Si no contamos con estas bases, cualquier visión que logremos estará relacionada únicamente con los aspectos intelectuales de nuestra personalidad. Para que una visión nos transforme, deberá estar respaldada por todo el peso de nuestra mente unificada y purificada, en la cual la razón y la emoción se han unido y resuelto por medio de la Facultad Imaginativa.

Los mundos que corresponden a estos sublimes estados de conciencia son igualmente sublimes. Todos ellos pertenecen a esas esferas de la forma arquetípica que va más allá de la forma, que yace más allá de la esfera sensual. Cada uno de los mundos de la forma arquetípica, sobrepasando las cualidades anteriores de belleza y deleite, posee forma todavía, pero ésta es de un tipo sutil, comunicándose no por medio de los sentidos sino directamente con la mente. Aquí podemos contemplar la belleza al descubierto, sin la arcilla terrenal pero en su forma ideal pura. Dichas formas no tienen nada de abstracto, sino que van más allá de cualquier definición sensorial. Quizá la mejor manera en que podemos llegar a imaginarnos dicha experiencia, es concebir un mundo construido por vigas formadas de luz, arco iris, perfumes sutiles y cuerdas musicales. La esfera que va más allá de la forma es todavía más sutil, ya que en ésta no se puede percibir siquiera la forma pura del mundo arquetípico. Aquí estamos en contacto con las esencias más refinadas de la experiencia: el espacio infinito, la conciencia infinita, la “nada” -en la que vamos más allá de la diferenciación de la experiencia de objetos particulares-, y en la que ni se percibe, ni no se percibe, en la que el sujeto y el objeto se encuentran tan cercanamente fusionados que no podemos encontrar palabras para describir la experiencia. Son estas esferas a las que tenemos acceso a través de la meditación, una vez que hemos pasado a través de las experiencias visionarias más tangibles, de los dioses y de la esfera sensorial. Los dioses en estos planos más elevados, nacen como resultado de su desarrollo de estados meditativos en vidas pasadas. Son tan hermosos y puros como los mundos que habitan; son andróginos, integrando las cualidades masculinas y femeninas de una manera perfecta. Aquí no hay actividad sexual de ningún tipo porque los dioses han transcendido la polaridad sexual, y experimentan alegremente en sí mismos el juego de opuestos que los humanos tratan de encontrar en el sexo.


A pesar de que éste es un estado de absorción bastante excelso, así como lo son sus habitantes, todavía no ha dejado de ser mundano. La evolución aún puede revertirse si las condiciones que lo han producido se agotan, y si no se acumulan nuevos méritos. Sólo a través del esfuerzo constante y la concienciación puede mantenerse, esta parte mundana de la Espiral, ya que la Rueda todavía es más poderosa en nosotros que la Espiral. Los poderes de la ignorancia son tan fuertes en la gente, que la mayoría de nosotros seríamos incapaces de progresar a solas. Necesitamos la cooperación plena y el aliento de las otras personas que nos rodean. La fealdad, la brutalidad y la confusión hacen difícil desarrollar emociones positivas. El odio y la enemistad, o la indiferencia y el desprecio de la gente con la que vivimos y trabajamos, pueden llegar a desalentar a todos, con excepción de los más fuertes. Necesitamos un mundo bello y pacífico, así como compañeros con quienes compartir nuestra fe, y quienes cuenten con más experiencia en el Sendero que nosotros; sin éstos, caeremos de vuelta, una y otra vez. No debemos subestimar el esfuerzo que se requiere para la Evolución Superior, ni sus recompensas tampoco. Si realmente deseamos ascender la Espiral, entonces tenemos que forjar amistad espiritual. Sin ésta, aún aquellos dioses de mundos más elevados que van más allá de la forma pueden retroceder a estados inferiores del ser. Únicamente si logramos alcanzar un estado Transcendental no retrocederemos y nuestro progreso quedará asegurado.

(Nota de Editor: Los siguientes cuatro eslabones de esta cadena corresponden a un plano mayor de experiencia y por eso se les denomina sendero trascendental)


El Sendero Transcendental

Después de la muerte de John Milton, un conocido suyo comentó que no había conocido a nadie que, con seguridad alguna, pudiera entender lo que motivaba las acciones de Milton. Nosotros juzgamos a otros de acuerdo a lo que sabemos, y particularmente de acuerdo a lo que nos mueve. Por lo tanto, el hombre menor no puede valorar al hombre mayor, ya que la psicología de éste tiene bases diferentes y no se conforma con ningún patrón mecánico. Sus acciones surgen de fuentes más profundas, alimentadas por las musas y las fuerzas de la imaginación creativa. Su personalidad no tiene esa estructura rígida que hace a sus movimientos predecibles o fáciles de analizar. Aquellos que cuentan con logros Transcendentales son aún más difíciles de entender. Se dice que se parecen a estos tres: a un fantasma, un loco y un niño; a un fantasma porque aparece de la nada, así que no podemos decir de donde provino; a un loco porque sus acciones no se conforman con la lógica convencional y no parecen tener sentido; y a un niño porque cuenta con la sinceridad, la energía y la espontaneidad de la juventud. El Buda mismo comparó a esos grandes seres que habían pasado el punto del no retorno, con monstruos extraños nadando en el profundo océano. Viven en un medio bastante diferente al nuestro, el medio de la Verdad y nosotros no podemos discernirlos propiamente. Todo lo que vemos es la aleta oscura, rompiendo las olas de vez en cuando o una luz plateada debajo del oleaje. Estos pocos vistazos e historias maravillosas que los viajeros relatan son lo único con lo que contamos para imaginarlas. Y con respecto a estos grandes seres que se mueven en las aguas del Dharma, ahora debemos formarnos una impresión.

Hasta este punto los estadios del Sendero que hemos considerado han consistido en el refinamiento progresivo de la distinción entre el sujeto y el objeto. La experiencia aún se encuentra dividida en el yo y el mundo, pero es muy sutil y hermosa. El yo y el mundo, a pesar de ser distintos, se encuentran en armonía y vibrando muy cerca uno del otro. La moralidad ha depurado las emociones negativas más gruesas y la meditación ha unificado a la conciencia, purificándola de sus manchas remanentes, fortaleciéndola y agudizándola. Ahora la mente es capaz de ver la naturaleza real de las cosas, y así, en dependencia de la absorción surge el conocimiento y la visión de las cosas como realmente son.


8. El conocimiento y la visión de las cosas como realmente son. (Yahabhuta-Jñanadarsana)

Por primera vez se levanta el velo de la ignorancia y nos enfrentamos con la realidad directamente. Esto no es simplemente el conocimiento intelectual sino la visión, respaldada por la fuerza plena de las emociones intensificadas y la mente unidireccional. Hasta este eslabón no habíamos podido ver todavía como son las cosas realmente, percibiéndolas de una forma distorsionada y contaminada por la avidez, el odio y la ignorancia en nosotros. Esto nos ha llevado a ver el mundo como si estuviera hecho de entidades estables, formando objetos deseables, los que pensamos que pueden proporcionarnos una satisfacción profunda y duradera. Más aún, nos ha llevado a pensar que somos unidades aisladas, egos que se encuentran fijos e inmutables. Al haber hecho el gran avance evolutivo dividiendo al yo de los demás, adherimos un significado último a esta división. Aun en el estado de absorción, ésta sigue siendo nuestra actitud básica, aunque altamente sublimada. Pero ahora se ven las cosas como son realmente: impermanentes, insustanciales, imperfectas y feas.


Espero que hayamos enfatizado lo suficiente el hecho de que todo lo condicionado es parte de un proceso, cuya naturaleza esencial es el cambio; nada queda exento de esta ley universal, por vasto o duradero que sea. Probablemente nadie negaría dicha verdad, por lo menos con respecto a las cosas de este mundo, aunque la mayoría actuamos como si no fuera así. Nos comportamos como si fuéramos a vivir para siempre, y dedicamos mucho tiempo y energía al servicio de las cosas más perecederas. Algunas personas sostienen que existen seres superiores y estados que son eternos. El budismo niega esto, asegurando que a través de todos los niveles de existencia, aun entre los dioses más elevados, no hay nada que sea permanente, y no hay un ser supremo que se encuentre exento de la ley del cambio.

Para ir aún más lejos, alguien que alcanza este nivel de Visión Clara ve que, lo que normalmente percibimos como cosas y personas, en realidad está compuesto de innumerables partículas agrupadas en complejos patrones de fenómenos objetivos. Etiquetamos estas formaciones como objetos o personas por razones de conveniencia práctica, pero entonces le adherimos una realidad metafísica absoluta a nuestras propias etiquetas. Un árbol no tiene una realidad, aparte de la suma de atributos que se presentan a nuestros sentidos. Es como un puntillista pintando una nube de átomos danzantes, moléculas y, quizá, fuerzas más sutiles en constante movimiento. Aun estas partículas no son realidades, sino que están compuestas de unidades más pequeñas, las que pueden dividirse de una manera indeterminada. Cuando analizamos cualquier objeto, nunca podemos llegar a una sustancia más allá de lo que nuestro análisis puede penetrar. Nunca podemos encontrar nada condicionado que tenga una realidad sustancial subyacente. Nosotros mismos nos encontramos constituidos de partes, como hemos visto al examinar los cinco grupos que conforman al organismo psicofísico. Todas las cosas, ya sean sujetos u objetos, son procesos unidos en una intrincada red de condiciones mutuas.


El hecho de que todas las cosas condicionadas sean imperfectas es un resultado de las condiciones anteriores. Las cosas condicionadas son efímeras e insustanciales, y no pueden ser fuentes de satisfacción última o de dependencia. Claro está que es posible disfrutar algún tipo de placer y felicidad, pero en el mundo sensorial el placer se encuentra mezclado, de una manera inevitable, con dolor y sufrimiento. Aun en los mundos más altos existe un dolor o frustración sutiles, debido a que la conciencia se encuentra limitada y confinada por las constricciones de ese mundo condicionado. Solamente al estar más allá de todos los mundos, se obtiene una satisfacción duradera en la experiencia de la verdadera perfección. Aquel que posee la Visión no tiene las ilusiones que esa experiencia condicionada puede proporcionarle con esa perfección.


Finalmente se llega a percibir la existencia condicionada como algo feo; no hay nada en ésta que sea digno de la total aprobación del hombre. Experiencias semejantes, como las que tenemos con respecto a la belleza son algo así como reflexiones pálidas de una belleza que no puede encontrarse dentro de lo mundano. La búsqueda y la apreciación de las cosas bellas es, de hecho, una búsqueda por una belleza que yace más allá de los objetos en lo Transcendental mismo.


Con el conocimiento y la visión de las cosas como realmente son, vemos que las cosas condicionadas son bastante diferentes de como normalmente creíamos que eran. El hombre común y corriente se distrae con la superficie brillante del mundo y la confunde con la realidad. Por supuesto, los objetos y la gente de este mundo son reales en el sentido que podemos percibirlos e interactuar con ellos, sin embargo no los vemos como realmente son. Ahora la Visión Clara nos revela nuestro error anterior, pero además nos revela que, de alguna manera, detrás de lo condicionado, o en sus profundidades, yace la realidad incondicionada. La realidad es la naturaleza última de ambos: el mundo y el yo. Se observa que lo incondicionado es permanente, ya que al encontrarse vacío de condiciones va más allá del cambio. Se ve como algo real en una forma última, a pesar de que no cuenta con características fijas por medio de las que se le pueda definir, ni siquiera se le pueden aplicar las categorías de la existencia y la inexistencia. Es perfecto, está completo y es la fuente de la única felicidad perdurable o satisfacción que pudiera existir. Y es la belleza misma, la satisfacción de los deseos y la fuente de todos los placeres. Dado que es Transcendental no puede expresarse con palabras, las que inevitablemente limitarían la definición. Sólo puede percibirse por medio de la Visión Clara penetrante que presenta este estadio.


El Sendero mundano halla su consumación aquí; las sensaciones de la intuición que formaban la fe se han confirmado por medio de la visión directa. Para avanzar, ya no tenemos que usar un gran esfuerzo personal basado en una fuerte intuición y respaldado por la razón. Conocemos por nosotros mismos la naturaleza real de las cosas. A pesar de que todavía podemos funcionar y funcionamos de una forma bastante efectiva en el mundo, dejamos de estar en éste. Somos ahora seres Transcendentales, no seres terrenales; éste es el punto en el que se sobrepasa el retorno, en el que uno entra en la corriente que fluye hacia la Iluminación total y ya no puede ir de regreso. A pesar de que ha tomado lugar este cambio radical en nuestra orientación, todavía permanecen en nosotros las fuerzas de la avidez, el odio y la ignorancia. Aunque nos hemos separado de la Rueda, ésta no ha sido extirpada y todavía ejercita una fuerte influencia, aunque no decisiva. El resto del Sendero Transcendental consiste en la erradicación gradual de cualquier rastro de la Rueda. La visión se ha vislumbrado, pero ahora, se debe transformar al ser entero, para que así se convierta en su expresión perfecta. El que entra en el Flujo empieza a alejar lo terrenal que lleva en sí mismo y así, en dependencia del conocimiento y la visión de las cosas como realmente son, surge la retracción.


9. Retracción (Nirveda)

Hemos visto las cosas condicionadas por lo que son, y no se tienen ilusiones con respecto a éstas. De una manera bastante natural los viejos apegos, basados en esas falsas concepciones, se desmoronan. No se requiere de un esfuerzo real para hacer esto, simplemente perdemos interés en ellos. De la misma forma que un niño deja atrás los juguetes por los que alguna vez peleó y lloró, sin realmente notarlo, nosotros nos retiramos de las cosas terrenales que anteriormente ocupaban toda nuestra energía. Este no es un humor sombrío ni un ascetismo moral, sino un movimiento natural que surge a partir de la experiencia de la felicidad suprema y la belleza Trascendental. Es un desapego sereno y jubiloso, no uno que nos aleja y nos separa de los demás. Ya no nos aferramos a la gente a partir de la avidez, sino más bien, somos totalmente capaces de sentir amor y compasión por ésta. En tanto que el Sendero progresa, la metta y la compasión se conviertan en las emociones dominantes subyacentes a nuestras acciones. Así llegamos a ser, cada vez más y más, y simplemente, una manifestación de la compasión.


El alejarse o retraerse marca las bases del cambio de nuestro involucramiento con las cosas condicionadas. Abre camino a un desapego, incluso, más estable y profundo, ya que en dependencia de la retracción surge el desapasionamiento.


10. Desapasionamiento (Vairagya)

El efecto de nuestra Visión Clara es tan poderoso ahora, que ya no nos emocionamos en absoluto con las cosas terrenales. No es que sintamos indiferencia, sino que experimentamos un amor por igual hacia todas las cosas. Con nuestra base en lo Transcendental nada puede perturbar la calma perfecta y la firme tranquilidad de nuestro ser.

El gran flujo que corre hacia la Iluminación continúa en sus niveles cada vez más sutiles y así, en dependencia del desapasionamiento, surge la liberación.


11. Liberación (Vimukti)

Hasta aquí, la fuerza de la Visión Clara nos ha llevado hasta los límites de lo condicionado. Hemos sido liberados de las fuerzas psicológicas que atan y restringen la mente, y que dan surgimiento a la avidez y el odio. Pero ahora se ataca la barrera más sutil. Destrozamos los lazos de los enfoques entretejidos de la forma más fina; somos liberados del dualismo de lo condicionado y lo Incondicionado. Desde nuestro punto de vista terrenal seguramente existe lo condicionado y lo Incondicionado. Cuando llegamos a experimentar la verdadera naturaleza de cada cosa, encontramos que se hizo esa distinción desde nuestro punto de vista únicamente, aunque por supuesto, para nuestra ventaja espiritual. Cuando vemos lo condicionado en sus profundidades, nos damos cuenta de que no tenemos una naturaleza fija o definible. Es como si estuviéramos observando el humo que arroja una chimenea: no podemos capturar su forma esencial porque no la tiene -no es más que un flujo constante de formas, que se encuentran cambiando todo el tiempo-. Nuestra mente no puede asirnos o fijarnos, y tiene que retroceder simplemente para disfrutar la rica variedad de sus configuraciones; el humo carece de cualquier característica definible. En realidad todas las cosas condicionadas son de esta manera. Arbitrariamente podemos definirlas como árboles, vecinos, etcétera, pero no podemos asir su naturaleza real y esencial. Carecen de semejantes características, y es esa Vacuidad de características la que constituye su naturaleza interior.


La vacuidad en este profundo sentido no es el agujero negro de la nada, sino la abundancia última de las cosas, el hecho de que finalmente nada puede atarse y limitarse a conceptos. La vacuidad, es por lo tanto, el potencial infinito, la creatividad ilimitada. Si observamos de una manera profunda el corazón de cualquier objeto o más específicamente, de cualquier persona, veremos que esta vacuidad es la creatividad absoluta. Cuando cada cosa es vista como realmente es, se convierte en la expresión perfecta del potencial transcendental; ésta es la verdadera naturaleza de lo condicionado. Lo Incondicionado también se encuentra desprovisto de características, es indefinible y la mente no lo puede asir; también se encuentra caracterizado tan sólo por la vacuidad. Lo condicionado y lo incondicionado son vacíos; si observamos las condiciones, veremos en su corazón lo Incondicionado, y si vemos lo Incondicionado hallaremos lo condicionado. Con la liberación, nos deshacemos de la ignorancia sutil que nos hace vernos separados de los demás, es una ignorancia solamente de la perspectiva elevada -no de nosotros, ya que tenemos una ignorancia mayor, con que ocupamos por el momento-. Entonces quedamos libres de lo condicionado y de lo Incondicionado. Nuestra mente es casi idéntica a esa Vacuidad potente, esa Plena Vacuidad como ha sido llamada y la distancia que nos separa de ella no es más que el grosor de un cabello.

La barrera final que se encuentra entre uno y la completa liberación, es el concepto de la libertad misma, incluso de la Vacuidad. Uno tiene que estar libre de la libertad, ver que la Vacuidad es vacía. Todo pensamiento y enfoque, incluso las mismas categorías del budismo que nos han llevado hasta este punto, tienen que ser abandonadas en la experiencia plena y directa de la realidad, sin la mediación de ningún concepto o imagen. Se tiene que abandonar el último rastro de cualquier distinción entre el yo y el mundo. De esta manera, en dependencia de la liberación surge el reconocimiento de la destrucción de los venenosos.


12. El reconocimiento de la destrucción de los venenos (Asravaksayajñana)

Este último eslabón en la cadena evolutiva es el punto que marca la Iluminación. La Budeidad se encuentra desprovista de cualquier tendencia negativa, ya que se han secado por completo los flujos mentales venenosos que surgen desde nuestro egotismo defensivo y que nos intoxican, llenando nuestra vida con vapores nocivos.


Estos son tres: el primero es el veneno del deseo de experiencias sensuales. Este constituye ese anhelo familiar por fijar y confirmar nuestro ego por medio de la obtención de placeres sensuales, ya que sin su experiencia tangible nos sentimos débiles e insustanciales. La persona Iluminada se explaya en la seguridad total de lo Transcendental y, por lo tanto, no tiene necesidad de semejante refugio falso, como el que los sentidos proporcionan. Es capaz de usar los sentidos e incluso de disfrutarlos, pero no tiene una necesidad neurótica de sus placeres. Entonces existe el veneno del deseo por la existencia en cualquier plano, en cualquier mundo. El ego ansía un estado definido, algún modo con que poder definirse con respecto a todo lo demás. Más allá del yo y de lo demás, el Buda no tiene necesidad de dicha personificación, a pesar que decidió funcionar a través de un cuerpo y en un mundo con el fin de ayudar a los seres a obtener la libertad. El además extinguió el veneno más básico, el veneno de la ignorancia, el no querer ver las cosas a partir del temor de que nuestro ego se halle agobiado. Al absorber su mente en la Verdad y su corazón en la felicidad, el Buda no tiene nada que temer, desde la concienciación carente de dualidades en la que vive. No queda en él ni siquiera el más ligero rastro de cualquier tendencia hacia la Rueda, ni siquiera en su forma más rara.

Este estadio no es solamente uno de destrucción de todas las tendencias negativas, es uno de reconocimiento de lo que ha sucedido. El Individuo Iluminado sabe de una manera bastante clara que los flujos mentales venenosos se han secado, sabe que es un ser Iluminado sin experimentar ningún sentimiento de grandeza o exageración. Y aquí hemos ido más allá del poder del lenguaje para describir su experiencia. Todo el Sendero Transcendental, de hecho toda la Espiral Evolutiva, puede atravesarse en el tiempo de una vida humana. Sin embargo, aquellos seres que mueren en cualquier estadio del Sendero cercanos a la Iluminación plena renacerán de acuerdo a su nivel de conciencia y al grado de influencia que la Rueda ejerce en ellos todavía.

A continuación examinaremos los cuatro tipos de Individuos (Nobles) que la tradición contempla y los renacimientos que les esperan.

(Nota del Editor: En la tradición budista temprana del Theravada se clasifican a los individuos que llegaron a ver la naturaleza de las cosas en cuatro diferentes niveles. A continuación se describen como complemento a este capítulo)


Los Individuos Nobles

El entrante al Flujo

Los Entrantes al Flujo son aquellos en los que ha surgido la visión. Ellos han atravesado el Sendero mundano y, así, combinan las cualidades de la moralidad constante y la firme fe en las Tres Joyas, con esa ardiente energía, delicadeza de sentimiento y agudeza de mente que las absorciones perfeccionan. Están llenos de amor y buena voluntad para sus semejantes y cuentan con una positividad inagotable; se dice que han roto cuando menos las primeras tres trabas, de las diez que nos atan a lo condicionado: la traba del enfoque acerca de la personalidad, la duda, así como la dependencia de la moralidad y rituales y prácticas como fines en sí mismos.

Las 3 trabas

Noción del Yo no Cambiante

Estos son los velos de la ignorancia más gruesos que nos ciegan de la irradiación plena de la realidad. El enfoque con respecto a uno mismo que consiste en pensar, ya sea que hay un alma o espíritu que no cambia, o que sobrevive después la muerte, o que la personalidad es idéntica al cuerpo y que, por lo tanto, termina con la muerte. Estos dos enfoques: el eternalismo y el nihilismo, nos imposibilitan ver que la naturaleza real de las cosas es un proceso siempre cambiante. Esta ha sido llamada la traba del hábito, ya que es la tendencia a ver las cosas en una forma fija y habitual, sin reconocer que todo está yendo y viniendo constantemente. Incluso nos vemos a nosotros mismos como si siempre fuéramos a ser los mismos.


Duda

En el sentido de esta traba, no significa que después de ver algo de forma detallada y cuidadosa no lo aceptemos a menos que se presente evidencia, sino esta duda es la crónica renuencia para tomar decisiones con respecto a cosas o situaciones. Preferimos permanecer confundidos y continuar poniendo objeciones, mucho más de lo que sería razonable. Semejante duda tiene bases emocionales; no queremos clarificar nuestra mente con respecto a ninguna cuestión, porque entonces tendríamos que actuar de acuerdo a la conclusión que hemos alcanzado. Así, oscilamos y vacilamos sin movemos nunca. Esta ha sido denominada la traba de la vaguedad, ya que el que duda rehúsa a clarificar su mente, prefiriendo mantener las cosas confusas e indefinidas. El que ha Entrado en el Flujo es capaz de depositar su ser de corazón detrás de su Visión Clara.


Apego a observancias externas y reglas éticas como fines en si mismos

Es esa tendencia para la práctica superficial que constantemente amenaza a aquellos que siguen el Sendero. En lugar de observar los preceptos con el fin de desarrollar la sensibilidad ética subyacente que éstos expresan, los practicamos como si fuesen una lista de reglas. En lugar de meditar con el objeto de desarrollar estados de conciencia más elevados, únicamente nos sentamos unos cuantos minutos por puro hábito, o para cubrir las apariencias. Lo que empezó como una práctica útil e importante y como una pauta de guía, se convierte en una actitud eterna, cuyo significado verdadero se ha perdido. Esta es la traba de la superficialidad: tan sólo vamos a través de las motivaciones exteriores sin buscar el significado interior. Los preceptos, los ejercicios espirituales, los rituales y las ceremonias, todos éstos ocupan un lugar importante en el budismo y son medios bastante efectivos de un desarrollo más alto, pero a menos que se lleven a cabo con conciencia de lo que se está haciendo y esté claro el porque de éstos, entonces podrían ser obstáculos activos para nosotros.

El que ha Entrado en el Flujo ha disuelto estas trabas y, se dice, alcanzará la Iluminación dentro del período de siete renacimientos humanos. Además, puede renacer en esferas superiores de vez en cuando y nunca más renacerá en ninguno de los cuatro mundos del sufrimiento.


El que Regresa Una Vez

Es el siguiente Individuo Noble. Este tiene y ha sobrepasado todas las cualidades del que ha Entrado en el Flujo, y adicionalmente ha debilitado las dos trabas siguientes: el deseo sensual y la aversión. Aún en este elevado nivel estas emociones negativas básicas se encuentran todavía presentes y a pesar de que su poder se halla debilitado, ejercitan cierta influencia funesta. El que ha Entrado en el Flujo ha disuelto las trabas del entendimiento confuso, pero las emociones son mucho más difíciles de transformar. El que Regresa Una Vez tiene suficiente del gallo, la víbora y el cerdo en sí, de tal forma que puede regresar al mundo humano una vez más, en el que alcanzará la Iluminación Plena.


El que No Regresa

Finalmente, disuelve las trabas del deseo sensual y la aversión, que el que regresa una vez tan sólo debilitó. Este ha acabado con todas las ataduras del plano de la experiencia sensorial, de tal manera que no ha de renacer en ninguno de sus mundos. Sin embargo, todavía posee ilusiones sutiles y destellos de avidez tenues que lo atan al mundo de la forma arquetípica y al mundo que va más allá de la forma. Dentro de estos cielos, más elevados atravesará los peldaños del Sendero y alcanzará la Iluminación.


El Iluminado

Es el último en la serie de los Individuos Nobles. Este ha disuelto las cinco trabas restantes que lo atan a lo condicionado, aún en su forma más rara. Aquellos que han alcanzado este estadio han destruido las dos trabas del deseo de la experiencia en los mundos de la forma arquetípica y del que va más allá de la forma. Se dice que el deseo de alcanzar uno de estos estados y de establecerse allí, corresponde al deseo que tiene aquel que cree en Dios, por habitar el cielo con Dios. Sin embargo, el Iluminado disuelve la traba del engreimiento, que aquí es el último rastro de apego con la identidad del ego, como la que tiene todavía el que No Regresa. La traba de la Intranquilidad es la molestia, casi imperceptible, que se produjo por aquella tenue línea divisoria entre el sujeto y el objeto. También se disuelve ésta en la Felicidad impregnante de la no dualidad Transcendental. La última traba es la cadena de la ignorancia. En la mente del que No Regresa todavía existe un delgado velo que cubre la plena irradiación de la realidad, la ilusión más refinada con respecto al sujeto y al objeto. Se deja de lado a ésta y la verdad brilla sin obstrucción alguna, de una forma absolutamente clara.

Alguien que ha alcanzado este estado ya no renace, aunque esto no significa que deja de existir. Se dice que cuando una persona Iluminada muere, que ni existe ni no existe, ni ambos, ni ninguno. Ha escapado a nuestra comprensión. No existe nada en nuestra experiencia que nos permita comprender la naturaleza de su ser. Nuestro lenguaje está edificado en base a la experiencia común en el mundo sensorial. No puede describirse de una forma adecuada al ser Iluminado, ya que cualquier cosa que digamos con respecto a éste, si se toma de una manera literal, puede malinterpretarse, puesto que la Iluminación trasciende por completo lo mundano, cuyo lenguaje estamos utilizando. Por ejemplo, podemos describir el estado en su forma negativa como la ausencia de toda emoción nociva, la destrucción de aquellos flujos venenosos y de la Rueda con todas sus fuerzas. Algunas veces el budismo recurre a una firme negación de todas las categorías del pensamiento diciendo que la Iluminación no es esto, ni lo otro, de tal forma que dejamos de tratar de entenderlo con el intelecto y lo hacemos con una facultad profunda más intuitiva. Sin embargo, esto no nos dice lo que, de hecho, es el estado, y puede conducirnos a suponer que es simplemente como una aspiradora. Podemos intentar usar superlativos, describiéndolo como el estado en el que todas las cualidades más positivas que veneramos se elevan hasta su máximo. Esto tiene la virtud de damos la imagen de la Budeidad como algo eminentemente deseable, pero existe el peligro de que podamos pensar que es únicamente lo mejor de lo mundano, en vez de encontramos en otro nivel por completo. Algunas veces se usa la paradoja para forzarnos a unir dos ideas contradictorias, para que así podamos intuir algo que trasciende a ambas. Quizá la forma más efectiva de comunicar el sabor del estado Iluminado es haciendo uso de la Imaginación a través de símbolos e imágenes poéticas. Es este tipo de comunicación de la meta última de la existencia humana la que encontraremos en el siguiente capítulo.


ANEXOS

Postura de la meditación

Guía de la postura

Las diferentes escuelas de budismo cuentan con ideas distintas en relación a la postura que ha de adaptarse para meditar, así como en relación a la importancia de la misma; en esencia, nuestro objetivo es que la postura adoptada sea cómoda y nos permita mantenemos despiertos. Claro ha de quedar que, en el caso de que te puedas sentar cómodamente en la posición de “flor de loto completo”, el hacerla estaría muy bien; pero a menos que hayas practicado yoga o algo similar durante muchos años, será muy poco probable que puedas adoptar dicha posición lo suficiente. Has de tomar en cuenta tu edad, condición física, flexibilidad...

Me gusta utilizar la palabra “confort” en relación al tema de la postura, no sólo porque se trata de sentarse a gusto, sino también por su interesante etimología. “Fort” significa “fuerza”, de manera que “confort” significa con fuerza”. Sentarse cómodamente también significa sentarse “con Fuerza”. Hay, en general, tres tipos de posturas entre las que es posible elegir. No obstante, si tienes problemas de salud particulares, habrías de buscar tu propia solución para los mismos -siempre tomando en consideración los principios básicos de toda buena postura-.

Hay dos maneras distintas de sentarse en el suelo, aunque también podrías sentarte en una silla. He oído historias horrorosas acerca de personas a las que, estando de retiro, les han dicho que sólo sentándose en el suelo serían capaces de meditar; de modo que durante la totalidad de su retiro se encuentran en constante lucha con malestares físicos innecesarios. No hay nada de malo en usar una silla si es que esto resulta ser lo mejor para ti.

En el suelo

Puedes sentarte o bien con las piernas cruzadas o bien con una pierna a cada lado de los cojines que utilices. Esta última opción parece ser la más adecuada para mucha gente, pues para adoptar esta postura no has de ser tan flexible como para aquellas otras en las que has de cruzar las piernas. Y por lo tanto debieras elegir esta posición si es que no eres capaz de apoyar el revés de la parte inferior de las piernas según cualquiera de las varias posiciones en las que éstas se han de cruzar.

Cuando te sientas poniendo una pierna a cada lado de los cojines, por lo general necesitas estar bastante elevado sobre al suelo -lo suficientemente elevado como para no poner excesiva presión sobre los tobillos o las piernas-. Pronto te darías cuenta de si estás sentándote demasiado cercano al suelo porque, de ser así, experimentarás dolor. Y es éste un buen momento para afirmar con claridad el hecho de que el dolor no ha de ser aguantado durante la meditación. La experiencia de una cierta incomodidad es común cuando somos introducidos a la meditación después de todo, la mayoría de nosotros probablemente no nos hayamos sentados quietos en el suelo desde que éramos niños, si acaso alguna vez lo hicimos-. Pero lo cierto es que el dolor es la manera de la que se vale nuestro cuerpo para decirnos que lo estamos dañando. Escúchalo.

Si te sientas con una pierna a cada lado de los cojines, las piernas y pies han de apuntar hacia atrás. Los pies no deben estar demasiado aplastados contra el suelo. Los tobillos no deben torcerse de manera tal que los pies sobresalgan a los lados. Los elementos restantes de toda postura adecuada -la posición de la cabeza, las manos... son idénticos sea cual sea la manera en que te sientes, de manera que pasaremos a las posturas en las que sí se cruzan las piernas.

Por lo general, yo tendería a recomendar las posturas de piernas cruzadas a menos que te encuentres claramente mas cómodo con alguna de las otras opciones. Puedes sentarte en “flor de loto completo” o en “medio loto”, o con una pierna colocada enfrente de la otra o sobre ella.

Estas posiciones nunca son, por supuesto, completamente simétricas, pues una pierna ha de estar enfrente de la otra o sobre ella. De manera que si vas a establecer una práctica regular de la meditación, es una buena idea alternar la posición de cada pierna. ¡Suena más complicado de lo que realmente es!

El hecho que determina el que te sientes derecho o no, es el ángulo que forme la pelvis, lo cual a su vez depende de la altura de los cojines utilizados. En mi experiencia la mayoría de la gente tiende a sentarse a una altura más baja de la adecuada. Todo lo que puedo decir a este respecto es que el utilizar un sólo cojín no es en ninguna manera más “espiritual” que el servirse de un mayor número. Experimenta un poco con la altura de tu asiento para poder determinar cuál es la correcta. Lo que has de lograr es que los cojines alcancen una altura que permita que la pelvis forme un ángulo recto, lo cual implica que sentiremos que el peso del cuerpo conecta con el suelo directamente a través de la pelvis. De manera que no sean las piernas las que soporten todo el peso. Si estás sentado demasiado bajo, tenderás a inclinar la espalda hacia atrás, mientras que si estás sentado demasiado alto sucederá lo opuesto -arquearás la espalda-.

El concepto de una espalda recta es bastante engañoso, ya que la espina dorsal está por naturaleza curvada y forzarla a mantenerse completamente recta es tan imposible como indeseable. Más bien uno ha de sentir que la espalda se encuentra erecta de manera natural, y no hundida a la altura de los lumbares ni arqueada en exceso.

Necesitamos mostrarnos sensibles y pacientes cuando trabajamos con nuestra postura. Quizás llevemos muchos años sentándonos de una manera bastante inapropiada, por lo que es poco realista poder adoptar una “buena” postura de inmediato. Pero si acertamos con la altura de nuestros cojines de meditación -y esto a veces puede implicar ajustes bastantes pequeños-, debemos ser capaces de adoptar una postura bastante correcta sin demasiados problemas.

El tipo de cojines que utilizamos es un factor importante. No deben ser demasiado blandos -tipo almohada-. Si no eres capaz de conseguir cojines firmes, una opción es enrollar varias almohadas apretadamente para que adquieran firmeza. Si decides practicar la meditación con regularidad, merece la pena hacer una inversión en unos buenos cojines que hayan sido diseñados con ese propósito. Es el único gasto implícito en nuestro intento por lograr una práctica regular, y lo cierto es que resulta de gran ayuda. Algunas personas encuentran más cómodo el uso de pequeños bancos de meditación, los cuales se pueden encontrar con bastante facilidad en nuestros días. La ventaja de un banco es que proporciona una superficie firme en la que sentarse -puedes utilizar un cojín fino para acolchonar el asiento-. La desventaja es que te condicionas a una altura fija, de modo que uno ha de asegurarse de la elevación correcta del banquito antes de comprarlo.

Una vez que han sido establecidos estos elementos básicos de la postura, el resto tiende a sucederse con naturalidad. Los brazos han de estar relajados, apoyados en las piernas o en el regazo, con los codos situados bastante cerca del cuerpo -lo que yo hago es enrollar una manta alrededor de a cintura y meter las manos dentro de la parte superior de la misma-. Si dejas que tus manos cuelguen demasiado abajo, quizás descubras al cabo de un tiempo que el peso de tus brazos, al empujar los hombros hacia abajo, produce molestias en las partes media y superior de la espalda. La cabeza ha de estar ligeramente inclinada hacia delante, pero no hasta un punto en el que se estire de la nuca o la garganta. Advierte que la cabeza es la que ha de inclinarse, no el cuello. El cuello ha de estar tan recto como el resto de tu columna vertebral.

En una silla

El uso de la silla para meditar es totalmente válido. Debe contar con un asiento bastante firme. A veces resulta de ayuda levantar un poco las patas traseras apoyándolas, por ejemplo, sobre una guía telefónica. La ligera inclinación resultante facilitará el mantenimiento de una postura rígida. Los pies deben de estar planos sobre el suelo, lo cual asistirá a la relajación de las piernas, proporcionando además cierta estabilidad y contacto con el suelo. En términos generales, no debes apoyarte en el respaldo de la silla. Si eres alto, busca una si1la cuyas patas sean tan largas que permitan que tus rodillas estén siempre situadas más abajo de la pelvis. El resto de esta postura es igual a lo que ya he descrito al hablar sobre las posturas de suelo.


Educando al cuerpo

Todos contamos con hábitos mentales y corporales. Quizás, por ejemplo, tendemos a elevar un hombro más que otro, o a ladear la cabeza. Esto significa que no siempre nos es fácil adivinar si nos estamos sentando bien. Por lo tanto, puede ser útil que alguien observe cómo nos sentamos y que ajuste suavemente nuestra postura. Si por lo general tuerces la cabeza, sentirás que está torcida una vez que haya sido ajustada a una mejor posición, al menos en un principio. La postura es un elemento importante de la meditación y no sólo un asunto de encontrar la postura correcta para luego olvidarse de todo. Tendremos que observar y ajustar nuestra postura como parte de nuestra práctica de meditación.

Existe una clara unión entre el estado de la mente y la postura. Por eso es que algunas de las vertientes del budismo brindan tanta atención a la postura. En la tradición zen, por ejemplo, se dice: “Acierta con el cuerpo y la mente se concentrará de manera natural”. Y si podemos actuar en la mente al actuar en el cuerpo, lo opuesto también es cierto. A menudo el cuerpo se ajustará por sí mismo conforme nuestra concentración aumente. Quizás sintamos que nuestros hombros se relajan o que ciertas tensiones en diversas partes del cuerpo que tendemos a cargar se relajan también, permitiendo así que el cuerpo en general se equilibre. Conforme adquirimos experiencias como meditadores, descubrimos que incluso ajustes físicos muy sutiles pueden marcar una gran diferencia con respecto a cómo nos sentimos al sentarnos, así como en relación a nuestros estados mentales. Pese a que todos los cuerpos tienen sus limitaciones particulares, con paciencia, sensibilidad y una buena postura, el cuerpo puede llegar a ser una gran fuente” de energía y placer dentro del contexto de nuestra práctica. Puede que además descubramos que la meditación es un método a través del cual podemos llegar a modificar la relación que mantenemos con nuestro cuerpo.


Contactando con nuestra experiencia del cuerpo.

Nuestra actitud con respecto a nuestro cuerpo refleja nuestra actitud para con la vida. Es un hecho bien conocido el que muchas personas se sienten poco satisfechas consigo mismas como resultado de contemplar sus cuerpos como objetos. En casos extremos se puede dar origen a trastornos mentales de bastante severidad, sobre todo cuando la gente compara sus propios cuerpos con las imágenes poco realistas de la prensa y la publicidad, imágenes que parecen determinar cómo ha de ser un cuerpo. Nuestra cultura ha creado una separación dramática entre el cuerpo y la mente -tendemos a sobre valorar el uno o el otro-. Y una consecuencia de no experimentarnos como un todo integrado, es la de asociar ciertas emociones con el cuerpo o con la mente. Hay gente que en algunos casos es incapaz de sentir las emociones asociadas con el cuerpo.

Hay personas que se sienten atraídas a la meditación por estar bastante alienadas del aspecto o lado físico de sí mismas. Creen que la meditación les permitirá desaparecer en un mundo abstracto donde el cuerpo ya no es experimentado. Y es verdad que en ciertos estados elevados de concentración, nuestra experiencia del cuerpo puede ser atenuada. Sin embargo, para poder alcanzar tales estados, primero hemos de pasar por otros en los que la experiencia del cuerpo es muy aguda. Además, estos estados dependen, al menos en parte, de nuestra capacidad para experimentar el cuerpo como una fuente de sensaciones agradables. El gozo mental surge a partir del arrobamiento corporal. Dentro del contexto de las prácticas de meditación, emplearemos parte de nuestro tiempo trabajando directamente con el cuerpo, y veremos que el cuerpo conforma la base de la meditación.


Meditación del seguimiento de la respiración

La Atención Consciente

Es posiblemente uno de los métodos más utilizados en la tradición budista para el desarrollo de atención consciente. después de encontrar una postura agradable donde nuestra espalda esté recta sin estar rígida y contactando el cuerpo observamos el flujo de aire cuando entra y sale de nuestro cuerpo, tratando de que nuestra mente se ubique, se mantenga, en todo el cuerpo de sensaciones de nuestra respiración, tratando de cultivar un foco sereno o una concentración tranquila. Dentro de todo el espectro de experiencia al estar tranquilos respirando surge un contento natural que nos permite mantenernos en la respiración de forma fluida y agradable.

Existen varias formas de hacer esta meditación, se puede hacer en un solo estadio en el cual por veinte minutos observamos al aire cuando entra y sale sin enfocarnos en ninguna sensación en particular. También se puede hacer esta meditación en varios estadios progresivos que nos permiten enfocarnos gradualmente. Aquí detallamos ésta meditación en sus cuatro estadios clásicos. Sin embargo también se puede hacer esta misma meditación en tres o dos estadios.


Primer estadio

Cuando lo creas conveniente, comienza por contar “uno” al final de una respiración cualquiera; tras la siguiente respiración cuenta “dos”; tras la siguiente “tres”... Continúa contando al final de cada exhalación hasta que llegues al número “diez”. Comienza entonces a contar de nuevo desde el número “uno” en adelante al igual que antes. Tanto en esta etapa como en la siguiente, recuerda que has de ser consciente de la respiración y no del conteo. El contar tras cada espiración nos ayuda a percatamos de que nos hemos distraído, lo cual puede ocurrir al principio con bastante frecuencia.


Segundo estadio

Esta etapa sólo se diferencia de la primera en el hecho de que eliges o simulas elegir un momento distinto para contar. Todavía cuentas entre espiración e inspiración, pero ahora lo haces justo antes de cada inspiración, de manera que en vez de marcar una respiración que ya has acabado anticipas la próxima. Aunque puede que sientas que estás contando en más o menos el mismo instante, lo cierto es que acabarás por experimentar esta etapa como bastante distinta a la anterior.


Tercer estadio

Abandona el conteo por completo y simplemente sé tan consciente como puedas del proceso respiratorio y de las sensaciones por éste originadas.


Cuarto estadio

Concéntrate en el lugar de contacto donde primero sientes el aire al inspirar. Para la mayoría de la gente este lugar estará justo dentro de la ventana de la nariz -asumiendo que estés respirando por la nariz, lo cual sería ideal a menos que se dé alguna razón (como por ejemplo un fuerte constipado) que lo dificulte-. Esta sensación es por lo general bastante sutil, pero no deberías tener ningún problema en adquirir conciencia de la misma una vez que hayas profundizado y desarrollado tu capacidad de atención por medio de las tres primeras etapas. Si la tercera etapa puede ser comparada con la observación del océano al romper sobre la orilla, la cuarta es como observar el océano al romper sobre una roca. Esta sensación, por supuesto, va y viene. Y quizás se haga incluso más sutil conforme exhalas, pues el aire está entonces casi a la temperatura corporal. De manera que la sensación crecerá y menguará, pero has de intentar estar centrado en el mismo punto todo el tiempo. A menos que te concentres mucho, seguirás siendo consciente de la totalidad del proceso respiratorio, y es por ello que yo tiendo a decirles a mis alumnos de meditación que más que evitar ser conscientes de la respiración en su totalidad, se trata de poner el énfasis, el peso de la atención de cada uno, en el punto ya mencionado.


La meditación del Amor Universal

Metta bahavana

La meditación de Metta Bhavana o el desarrollo de metta constituye un proceso gradual que lleva quizá unos meses o mas, sin embargo podemos sentir sus beneficios incluso al principio de este proceso. Poco a poco arrancamos la capa de sentimientos inertes que a través de los años hemos desarrollado y que nos aísla. Nos hacemos más conscientes de la amabilidad del mundo, que se encuentra alrededor de nosotros a un simple nivel cotidiano. Empezamos a emplear un poco más de tiempo y cariño en nuestro trato con otros; nos convertimos en seres menos propensos a reaccionar con sentimientos de enfado o frustración. Hemos introducido en nuestras vidas un métodoque da prioridad a un deseo por convertimos en personas más humanas, y un método a través del cual realizar este deseo. A través del cultivo de una clara intención de hacer tal cosa, a través de la práctica de la Metta Bhavana, nuestros esquemas emocionales negativos se hacen mucho más visibles.

Llegamos a ser más conscientes de esa taladrante voz interior que todos tenemos, de esa manera excesivamente crítica que tenemos de contemplar las cosas. Nos sensibilizamos al tono emocional de nuestra existencia, el cual determina tanto la calidad de nuestras vidas como la calidad de nuestra contribución a las vidas de otros. Metta es la energía básica que expresa el deseo de que tanto uno mismo como los demás sean felices, de que todos los seres sean felices. Pero a veces esta energía puede ser un poco abstracta; al transformarse en una idea pierde contacto con la realidad. Puede que hayamos conocido a gente de este tipo intentando vendemos flores en los aeropuertos o consiguiendo que aceptemos regalos en la calle. Tienen una sonrisa radiante y una mirada bastante vacía. O si no, tenemos a esas otras personas que son demasiado “simpáticas”, y que quieren que todo sea verdaderamente agradable -lo cual es, por supuesto, muy simpático de su parte, pero que por alguna razón nos molesta. Quizás tengamos la sensación de que estas personas son un poco pegajosas. Son muy amables, pero aun así nos hacen sentir incómodos; tanto ellas como la situación que provocan parecen un poco dulzona. Son personas positivas, pero de una manera un poco superficial y vacía. Probablemente todos conocemos el sentimiento. Quizás incluso nosotros mismos hayamos dispuesto de gran cantidad de esta materia “pegajosa”; hay mucha alrededor. Parece florecer en nuestra cultura. La comercialización de celebraciones tales como “el día del amor y la amistad ” es una muestra excesiva de tal hecho ocasiones en las que somos bombardeados con meros sentimentalismos disfrazados de emoción positiva.

Es bastante fácil confundir este tipo de cosas con el sentimiento de metta, sobre todo cuando nuestra práctica de meditación ha perdido contacto con la verdadera naturaleza de la vida. Sí, quizás deseemos que la gente sea feliz, pero lo cierto es, por brutal que parezca, que todos sufrimos, que en ocasiones todos somos infelices. Hay mucho dolor en el mundo y en las vidas de la gente que conocemos.


Metta Bahavana (desarrollo de amor universal)

Primer estadio; desarrollar Metta (Amor incondicional) hacia uno mismo.

Segundo estadio; desarrollar Metta (Amor incondicional) hacia un amigo (a).

Tercer estadio; desarrollar Metta (Amor incondicional) hacia una persona conocida.

Cuarto estadio; desarrollar Metta (Amor incondicional) hacia una persona que encontramos difícil. Quinto estadio; desarrollar Metta (Amor incondicional) hacia todas las personas y todos los seres vivos.


Ir a retiro

La meditación que podemos hacer a lo largo de nuestra rutina cotidiana en la ciudad puede variar de una sesión a la otra dependiendo el día particular o incluso como estemos animicamente.

Para verdaderamente tener oportunidad de experimentar lo que nos puede dar la meditación es importante encontrar condiciones que apoyen y sostengan el estado meditativo. Es por esto que a lo largo de los milenios los budistas se han dado a la tarea de crear situaciones específicamente diseñadas para profundizar en la meditación, la reflexión, el silencio y la contemplación, es por eso que vamos a retiros. Los retiros que se hacen en los Centros Budistas de la Ciudad de México toman lugar una vez al mes en lugares apartados de la ciudad, en directo contacto con la naturaleza, cómodos y seguros. En estos lugares podemos crear una rutina a lo largo de cada día que nos permita la quietud, sencillez y oportunidad de simplemente enfocarnos a estar con nuestra mente, en contacto con el entorno, con otras personas y en contacto con niveles más profundos de las cosas.

El programa de estudios fundacionales y formales.

El programa fundacional de cursos es de 6 temas básicos:

- El Budismo su enseñanza y su práctica

- El Bhavacakra: La Rueda de la Vida y Renacimiento - El Camino Óctuple del Buda

- ¿Qué es realmente la meditación?

- Las Moradas Sublimes

- Samatha y Vipassana: Tranquilidad y Percatación

Este es el programa fundacional de práctica y estudio de la Comunidad Budista Triratna y se imparte en Coyoacán y en la Colonia Roma. Aunque estos 6 temas están relacionados se puede, si así se prefiere, tomar uno solamente en cualquier orden diferente al aquí descrito. Cada uno de estos temas se imparten en los centros Budistas de la Ciudad de México en períodos completos de seis semanas, dando la oportunidad, a lo largo del tiempo, de finalizar los 6 módulos el mismo día de la semana en el que se inició.

Para los que deseen continuar

Al haber acabado estos 6 módulos fundacionales y después de tomar un retiro de Budismo o meditación fuera de la ciudad con la Orden Budista Triratna podrán, aquellos que lo deseen, inscribirse en el programa de estudios y práctica formales del CBCM. Pide tu tarjeta de constancia de asistencia de los cursos fundacionales.

El Centro Budista de la Ciudad de México y la Comunidad Budista Triratna

El Centro Budista de la Ciudad de México es una de las sedes en México de la Comunidad Budista Triratna. En él se llevan a cabo diversas actividades: clases de meditación, cursos, talleres, festivales, retiros, noches de amigos, grupos de estudio, etc. Éstas intentan dar apoyo a las personas interesadas en el budismo y la meditación así como a los que busquen formas prácticas de desarrollo personal.

El principal objetivo del centro es que las personas encuentren un lugar en el cual su experiencia y comprensión del sendero budista se intensifique, y hallen un espacio amigable y desinteresado para llevar a cabo la práctica.

No hace falta membresía ni inscripción para unirse a las actividades del centro excepto en los casos en los que se especifica (actividades y cursos). Las personas nuevas usualmente se unen a las clases abiertas de meditación o a alguna conferencia. Esto les da la oportuWnidad de conocer el budismo de forma práctica y concreta, así como para conocer a miembros ordenados y a otras personas que meditan.

El centro no tiene fines de lucro y se sostiene por medio de donativos sugeridos por sus actividades (se pueden hacer descuentos de donativo a estudiantes, personas con ingresos limitados, etc.).

La Comunidad Budista Triratna

(Antes Amigos de la Orden Budista Occidental) es un movimiento budista que trata de expresar los principios tradicionales del budismo en el mundo moderno. Este movimiento gira alrededor de una comunidad espiritual llamada Orden Budista Triratna, fundada en 1967 por Sangharákshita.


Está formada por centros de enseñanza de meditación y budismo, centros de arte y salud (Yoga, Tai Chi, Shiatsu) así como centros de retiro. Dentro de está también existen comunidades donde viven las personas que practican regularmente el budismo. Asimismo existen negocios de subsistencia correcta donde se trata de llevar la práctica al ámbito del trabajo. En sí todas estas condiciones son formas en que los hombres y las mujeres involucrados organizan sus vidas y satisfacen sus necesidades ya sea de trabajo, de aprendizaje y de convivencia. Hoy en día la Comunidad Budista Triratna tiene actividades en más de veinticinco países.

Orden Budista Triratna

Es una comunidad de personas comprometidas con las tres joyas, Budha, Dharma y Sangha. Tiene actualmente cerca de mil miembros ordenados los cuales tratan de llevar su compromiso dentro de sus diferentes formas de vida, ya sea enseñando budismo o en sus profesiones o con sus familias.

El budismo que se practica aquí es lo que se conoce como budismo Trikaya. Es decir que la Orden Budista Triratna tiene una aproximación ecuménica a la tradición budista en su totalidad, la cual consiste en tres vertientes principales, estas tres son: la de antiguo Theravada, la del budismo Sino-japonés y la del budismo Indotántrico.


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“Esta creciente sensación de la imperfección de todo lo que el mundo ofrece no es simplemente la decepción que surge de la ambición frustrada, ni la reacción de una persona débil que se considera defraudada por la vida. Aquel que siente ese tipo de frustración deja de buscar la perfección en las cosas terrenales; cuenta con algún tipo de sospecha o intuición de que es posible alcanzar la verdadera realización, aunque no sabe donde encontrarla. Todo lo que hace por el momento le parece vacío y sin sentido, a pesar que quizá no tenga problemas en sus relaciones con otras personas o en su trabajo, y que esté perfectamente saludable psicológicamente. Sabe que hay algo más con respecto a la vida de lo que ahora se percata, y está buscando un significado más profundo en ella”.


“Este sentido de imperfección es la expresión natural de una conciencia que desea desarrollarse. La tendencia evolutiva inherente en toda la conciencia ejercita su influencia en nosotros. Nuestra conciencia del yo es la semilla de la conciencia Transcendental, y la restringida circunferencia de la Rueda no puede contenerla por mucho tiempo sin que nos sintamos confinados e incómodos. La naturaleza de la conciencia es expansiva, y si no se le satisface de acuerdo a su naturaleza, surge dolor y frustración. La represión de éste, el más fundamental de los deseos, tiene consecuencias mucho más drásticas que la represión de los instintos, ya que si no satisfacemos dicho deseo, puede amargarnos toda la vida. Mucha gente experimenta esta frustración o sentido de imperfección; algunos simplemente lo pierden en el torbellino de sus propios impulsos reactivos; otros son arrastrados por las presiones del grupo en que viven, porque les obliga a intentar realizar las expectativas convencionales; algunos empiezan su búsqueda pero se desaniman, tarde o temprano, debido a la falta de una guía y un apoyo claros, así como por la confusión de opciones a las que se enfrentan. Esa llamada no es fácil de distinguir de todos los otros deseos que tenemos, y es aún más difícil encontrar una forma de salida si no contamos con la ayuda o el estímulo de otros. No es sorprendente ver que mucha gente que experimenta alguna vez ese sentido de imperfección, simplemente desiste, y continúa su curso en la Rueda. Las instituciones y actitudes sociales predominantes raramente los animan a actuar de esta manera. Sin embargo, ese sentimiento de frustración con respecto a la vida mundana no es algo que debamos tratar de olvidar o curar, sino que debemos reconocerlo y apreciarlo, ya que constituye la entrada al Sendero de la Evolución Superior”.